Capítulo Cuarenta y cuatro

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Hope Evans

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Khaisie.

-Nunca, en todos mis años dando clases, había lidiado con personas como ustedes.

El golpeteo de los zapatos viejos de Roger contra la madera del escenario me devolvió a la realidad en un pellizco.

-Es que somos especiales-dijo Heron, encendiendo un cigarrillo para aspirar el humo y posteriormente lanzarlo por la sala en forma de aire contaminante. Su cabello rojizo estaba un poco largo, paseando por su nuca y bajando por sus orejas en grandes cantidades. Tenía los ojos celestes brillantes como estrellas a causa de la droga y por su piel blanca nube las pecas resultaban más notables. Heron cambió, se veía...mayor. No sé si era la barba recién afeitada, la voz varonil, las facciones filosas, enfocadas y pulcras que poseía o su cuerpo más corpulento y maduro, pero Heron luce diferente, menos cría de león y más león.

Ya no parece un chico de diecisiete años.

-Si-Roger espanta el humo del cigarro con una mano-. Están especialmente acabados.

Ni que lo digas, querido Roger.

-¿Ven ese reloj?-apunta un minúsculo artefacto colgante de una pared-. Pueden ver como el tiempo avanza todo lo que quieran. Nadie se va de esta sala hasta que arreglen sus disferencias. Están castigados.

Castigo. No puede ser. Estoy castigada.

Y en la secundaria...como antes, Oh, Odín.

-Malditas secundarias-masculla Haiden-. Cuando te va mal en una, te va mal en todas. Son de mala suerte.

Este era el décimo día en las clases de teatro intentando llevar a escena la obra de Peter Pan planeada. Roger se encontraba más que enfadado, pues, las prácticas de actuación se veían afectadas por las constantes discuciones que envolvían nuestro grupo por culpa de Hyson Evans.

Nolan, Haiden, Hyson, Heron y yo eramos los únicos en la sala, castigados como críos, mientras el resto esperaba en el comedor de la secundaria a que Roger resolviera nuestros problemas.

Le deseo suerte.

-Espero que estés orgulloso-le recrimina Haiden a Hyson.

-Un poco, si-Hyson le resta importancia y nos señala a todos, que teníamos caras largas-Macho, pero si hasta bonitos nos vemos.

-¿Bonitos? Yo te voy a decir lo que es bonito, cabrón...-Nolan abre la boca y Roger se levanta.

-Sus discuciones y actitudes infantiles me tiene cansado-exclama, caminando de un lado a otro por una línea invisible-. Creí que lidiaba con adultos, pero todos ustedes están en preescolar.

Hyson une las cejas en una mueca rabiosa.

-Roger, cuide esa boca, no vaya hacer que le parta esa cara de babosa que tiene. Tal vez se la arregle de un solo puño y al fin consiga una esposa. En el mejor de los casos, también una amante.

-Gracias, Hyson-Roger sonríe con obvia falsedad-. Muy amable de tu parte.

-Estamos para servir-Hyson le guiña el ojo.

Era el guiño más despreocupado y sexy que había visto nunca. No sabía como lograba que actitudes tan triviales, expresiones tan comúnes y movimientos tan normales resultaran atractivos, demandantes, alucinantes y perfectos a la vez. Era como que te perdías en cada uno de ellos, en cada músculo y sonrisa, en sus desgraciados ojos diamante en bruto. La genética perfecta. Un chico maravillosamente dotado de inteligencia, elegancia y belleza.

DULCES MENTIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora