Capítulo Treinta y Dos

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El secreto revelado

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Muy pocos niños consideraban normal que su único amigo fuera su padre.

Para Hyson Evans no era un problema ni nada parecido. Se consideraba afortunado por ello, sobre todo cuando sus logros y felicidades se le atribuían a él.

Tyson Brown, un hombre corpulento y alto de tez lechosa, ojos grises pletóricos de cariño, franqueza y alegría; manos abultadas por el exceso de anillos y paciencia imperturbable. Siempre usaba trajes negros pesados a causa del frío incontrolable que lo mantenía temblando, hecho que lo llevaba a agradecer el exceso de cabello castaño en su cabeza. Se caracterizaba por tener ideas revolucionarias y una mente abierta, como también por su lengua picante que no se guardaba nada. Le heredó cantidades y cantidades de belleza a su hijo y era dueño de múltiples empresas turísticas que le abrieron las puertas del mundo corporativo.

Aunque para él nada era más importante que su hijo.

Y para su hijo nada era más importante que él.

Una promesa entre ellos surgió una tarde tan larga que pareció eterna. Llovía ligeramente pero el sol se negaba a ocultarse. Aprovechando esa virtud bajaron al sótano, una inmensa habitación del tamaño de un local de fiesta, donde ambos llevaban meses construyendo un interminable efecto dominó gigantesco, colocando cada pieza meticulosamente en su sitio para llegado el momento de derribarlas crearan un ruido que navegara al compás de las caídas de las piezas, como un baile.

A su padre le gustaban los bailes.

-¿Ves eso, Hyson?-le dijo, señalando en el televisor una pareja de ancianos con sus nietos.

Un pequeño Hyson asiente.

-No, Hyson, dime que ves-exigió Tyson en tono amoroso.

-Veo a una pareja-se explica Hyson-. Con su familia.

-¡Exacto!-su padre habló en tono orgulloso. Eso era lo que Hyson más amaba, ver que cualquier cosa que realizaba o decía era digna del orgullo de su padre, y lo que estaba mal lo aprendía con palabras, nunca con golpes-. Eso es lo que quiero para ti: una familia. Nunca cierres tu corazón hijo mío. Quiero que vivas, sientas y ames hasta que te asfixies.

-¿Pero y si me hieren? Mamá dice que amar duele-responde.

-¿Y qué? Del dolor se aprende. Cada vez que sufras sabrás que eres humano, y si eres bueno siempre existirá alguien que a su manera te aliviará el dolor. Puede ser un amigo, un primo, una novia...-su padre sube y baja las cejas, sacándole una risa a Hyson.

El teléfono de Tyson suena.

-Subamos, debo atender unas llamadas.

Hyson se encogió de hombros, entristecido. Sabía lo que eso significaba.

-¿Volverás pronto?

-Lo más rápido posible, ya es tiempo de terminar esta función, ¿no te parece?-su padre le hace cosquillas.

Hyson ríe.

Tyson se iba de viaje por cuestiones de trabajo, pero siempre hacía lo posible por pasar todo su tiempo libre con él.

Hyson lo veía de forma admirable.

-Entonces, ¿Me prometes que sentirás mucho?-le dijo su padre.

DULCES MENTIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora