¿¡CAMILLE!?
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Me desperté como si hubiera estado soñando, precipitándome como un disparo a la realidad. Lo primero que llevé a cabo fue controlar mi respiración acelerada, lo segundo, inspeccionar sin comprensión el apartamento que me rodeaba.Su concepto era abierto: hermosa cocina distribuida profesionalmente, sala lujosa con un enorme televisor, una puerta que supuse era el baño y un balcón de tamaño promedio. La cama estaba cubierta con sábanas negras de ceda y dos almohadas grandes, mesas de noche a cada lado. Me gustó eso de no tener divisiones para apreciar tu vivienda más...abiertamente.
Pero, no me estaba preocupando por lo importante: ¿Dónde estoy? ¿De quién es este costoso apartamento? Recuerdo estar en una fiesta. Podría ser la casa de algún amante.
No, yo no tengo amantes.
Cerré los ojos, intentando recordar qué demonios pasó ayer.
Reviví la mayoría de los acontecimientos y solté un escandaloso grito cuando recordé varias frases mandonas:"Iré por ti"
"Te llevaré a mi apartamento"
Ojeando las fotos polaroid que colgaban pulcramente de cada espacio en la pared comprobé mi mayor miedo.
¡Pasé la noche en casa de Hyson!
Me puse en plan alerta, con un poco de pesadez en el pecho y acto seguido inspeccioné mi ropa.
La sangre se me subió a la cabeza.
Mis pálidas piernas estaban al descubierto, mientras que lo único que me cubría era una franela de lino con largas mangas blancas. El olor a Hyson se metió en mis fosas nasales y sacarlo fue complicado.
Revisé que tuviera ropa interior.
Afirmativo.
Relajé mi respiración.
En ese momento una cegadora luz blanca aparece en mi campo de visión. Levanto la mirada y veo a Lucifer.
Hyson llevaba el cabello rubio oscurecido por la húmedad, sus ojos azules destellaban traviesa diversión, los labios estaban tan inflados como dos mejillas de niño regordete; un pantalón de pijama color gris era la única tela en su cuerpo, pues su atlético torso blanquesino estaba brillante en ligeras gotas que resbalaban de su cuerpo hasta el piso de madera. Observé sus tatuajes, esos a los que nunca le presté la atención necesaria.
Al principio tenía cuatro, pero ahora, veo más tinta negra adueñándose de zonas de su piel.
En su clavícula tenía un pequeño chuchillo que parecía penetrar su piel; arriba de sus pectorales la palabra temporary coronaba como segunda novedad; de lado derecho, a lo largo de su cadera hasta llegar un poco más abajo de su axila, el tatuaje más grande con la forma de un dragón le recorría ese camino que todas querían recorrer; en la muñeca, tenía la estructura de Notre Dame; esparcidos por ambos brazos poseía tatuajes de piezas dominó, una polaroid, y el que me generó curiosidad: H.E, unas iniciales escritas en lettering.
¿H. E?
Sus ojos azules se encontraron con los míos y, la curiosidad, se fugó para volver más tarde.
-Que fea estás-dice, mirando la foto que me tomó-¿Quieres ver?
-Te puedo demandar por eso-le escupo.
Le resta importancia encogiéndose de hombros, y caminando a la cocina sirvió agua con hielo en un vaso, tomó una pastilla y se detuvo a mi lado.
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DULCES MENTIRAS
Teen Fiction#18 en extraño #20/10/19 #3 en encanto Haiden, Khaisie y Nolan saben lo que tienen que hacer: acabar con los hermanos Evans de una vez por todas. Acabar con esos dioses griegos que dominan el pueblo de Asheville. Cuya belleza oculta un centenar de...