Capítulo Treinta y tres

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Las referencias al auto llamado Ted fueron idea de la ganadora del concurso pasado. Ella pensó que Hyson necesitaba un transporte característico para hacer el mal.

¡Gracias por tu aporte Darling!

El Águila

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Cuando Hyson volvió a casa tres días después, montando un Volkswagen color beige apagado, se sintió bastante reconfortado.

Se acercaba a la Mansión con las vocinas de su nuevo auto a todo volumen, alterando la paz del vecindario con la canción another one bites the dust de Queen. Apoyó uno de sus blanquísimos brazos que hacían dueto con su piel en la ventanilla, justo el que sostenía entre los dedos un cigarrillo, el último de la caja. Con el otro conducía, notablemente relajado por el movimiento de sus hombros al ritmo de la canción. Llevaba anillos de oro rodeando sus dedos como cicatrices; su espeso cabello rubio oscuro brillaba como diamantes a la luz del sol y sus ojos, de un azul intenso y luminoso como los de un gato, estaban escondidos trás unos lentes negros.

Jenna, que estaba en la entrada supervisando la construcción de la nueva casa de huéspedes, giró justo a tiempo para ver a Hyson estacionándose. Soltó el aire como un toro furioso y miró a Joe, que tenía una venda en la cabeza por culpa de su hijo mayor.

Hyson se bajó del auto con una blanca sonrisa y mirando a Jenna le da dos toques a su nuevo volkswagen.

-Te presento a Ted-le dijo con la diversión brillando en sus ojos-. Ted, ella es la bruja Jenna, te recomiendo mantener distancia.

Jenna pegó un grito, con tacones resonantes de ira a medida que se acercaba a Hyson.

-¡¿Me estás tomando el pelo?!-le exclama-. Este auto...

-Ted-le recordó Hyson.

-¡¿Compraste este auto?!

-Claro, ¿Por qué no iba a hacerlo?

Jenna se clavó las uñas en sus propias manos.

-¡Te di dinero para que te compraras el último Ferrari! ¡el más lujoso que encontraras para representarnos como es correcto! ¿Y te atreves a venir con esa basura? ¿Cuánto te costo? ¿diez malditos dólares?-su corazón latía tan rápido que se le iba a salir, sobretodo porque Hyson no borraba su sonrisa.

-Me costo cien dólares, si tanto te interesa.

-¿Y el resto de mi dinero?

-Lo use para dar una fiesta-confiesa con calma.

-¡Dios santo!-Jenna entrecierra los ojos-. Primero casi matas a Joe...

-Le advertí que la pelota iba directo a su cara, que él no sepa atajar me libra de toda acusación.

-Y segundo gastas mi dinero en cosas que ponen en juego nuestra reputación-continua Jenna-¿Es que no puedes tener un poco de compasión?

-Tristemente para ti no puedo tener algo con lo que no nací-le contesta Hyson, dándole una calada a su cigarrillo para expulsar el humo en la cara de Jenna.

Ella aleja el humo con los dientes apretados.

-Vas a devolver ese auto-dictamina.

-No.

-¡Lo vas a devolver!-Jenna estiró su mano hacía él, y Hyson con un horror disimulado retrocede.

-A mi me gusta-dice Heron, saliendo de la Mansión con todas las intenciones de ayudar a su hermano. Sabía que a Hyson no le gustaban los toques de su madre, aunque nunca estuvo clara la razón-. Es diferente, va a mostrar más humildad por su parte. A este pueblo le gustan los actos de humildad.

DULCES MENTIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora