Capítulo Cincuenta y ocho

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Adiós

Capítulo dedicado a: @eriselizaabeth05

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Haiden

Estar de nuevo en la Mansión Evans me transmitía una mezcla de melancolía y extrañeza. Las cosas han cambiado mucho. Ahseville ha cambiado también y no en el mejor de los sentidos. El silencio y la soledad tomaron el dominio del pueblo que antes perteneció a Hyson, y si bien era un fresco hogar ahora no es más que zona de guerra para los de mi apellido.

Me adentré con Mark en el patio, andando entre la grama, observando la caída de la Mansión en su exterior. Todavía quedaban restos de la fiesta transcurrida la semana pasada, pero cuando pisé el interior fue como si nada hubiera cambiado. Por dentro la Mansión seguía siendo la Mansión. Subí las escaleras y abro la puerta del cuarto de Hyson. Olía igual, a una mezcla de vino y perfume, sus paredes seguían plagadas de las fotos polaroid, la cama estaba ordenada, todo estaba en su lugar. Creo que la única diferencia es el aire en el cuarto. Se siente menos pesado, más liviano.

Salgo y entro al de Heron. La historia se repetía. Se me coló el típico olor a plantas medicinales y vi sus máquinas de DJ en una esquina. Salgo dejando la puerta entreabierta y de repente estoy en la habitación de Hope, que tres años después fue mía: twenty one pilost por doquier, la repiza llena de libros ordenados por autor y años, mi máquina de escribir...¿Quedaba en mí algo de este Haiden? ¿El Haiden tímido, torpe y comelibros que llegó a Ahseville con un objetivo? Y si la  respuesta es no, ¿quiero ser así de nuevo?

Me sentía alterado, asquerosamente maduro y con la mente llena de revoltosos pensamientos; me sentía fuerte física, mental y sentimentalmente, sobre todo capaz de hacer toda clase de cosas, más seguro, confiado y arriesgado. Era como si mi balanza se hubiera inclinado un poco al lado de romper las reglas.

Me dejo caer en la cama con los brazos abiertos, imaginando que floto en medio del océano. Cierro los ojos, selecciono algunos pensamientos y los medito.

Recuerdo que en mis peores momentos pensaba:

La humanidad no sirve. Yo no sirvo.

Pero ahora el pensamiento ha sido sustituido por uno menos deprimente:

No te rindas, todavía tienes cosas que aprender, recuerdos que superar, libros que escribir...

Es más estimulante, ¿a que si?

Me lo dice mi propia voz, un poco cincuentañera, pero mi voz al fin y al cabo, y ahora que le presto atención creo que está en lo cierto. No quiero ser lo que era antes, he aprendido cosas valiosas como que si, la familia es siempre primero, que de los errores se aprende, que a pesar de lo jodido que sea tener el corazón roto debes seguir amando una y otra vez sin parar, que no importa que tan bicho raro sin remedio puedas ser, que eso no te disguste. Así eres y tiene que gustarte...debes amarte.

Aprendí que no importa que tan amarga sea la verdad, siempre debes escogerla frente a la dulce mentira.

Porque al final la mentira es todo menos dulce.

Yo que te lo digo.

Muy a mi pesar pienso que algún día la tierra dejará de dar vueltas y el sol dejará de brillar, pero que aún así, pase lo que pase, seguiré amando a la misma persona. Khaisie.

Ella ha sido el mejor desastre de mi vida.

Kay, estúpida

Me levanto de la cama con su cara plasmada en cada rincón de mi mente y tomo mi manuscrito, que es lo que vine a recuperar. Paso la mano por las hojas con rapidez y me doy cuenta que falta el final. Pensé en escribirlo rápidamente, pero resulta que el final no ha ocurrido.

DULCES MENTIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora