ATRACCIÓN

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Era su tercer día de trabajo, no podía quejarse, el odioso padre del hurón ni siquiera la miraba, lo que no sabía era que por dentro un ardor inexplicable lo torturaba de día y de noche.

No podía dejar de contemplar sus piernas... le daba asco pensar en ella como en algo que no fuera la novia de Potter, el maldito niño que vivió.

Se giró un par de veces en la silla con pluma en mano, meditando. La noche anterior algo muy extraño había ocurrido...


FLASH BACK

—¿Otro trago? —preguntó un francés bien arreglado que se encontraba bebiendo animadamente a su lado—.

—Lo siento, debo irme.

—El gran Lucius Malfoy se pierde una parranda... no me lo creo. ¡Sirvan otra! —ordenó al mesero—.

Tras un poco de alegato consintió quedarse, después de todo era hombre y las nenas que bailaban no estaban mal. No necesitaba buscarlas, ellas venían solas, no siempre tenían un cliente tan guapo y poderoso... a decir verdad, casi casi no debía pagarles, las que debían pagarle eran ellas por el maravilloso trabajo que les hacía.

Era una máquina de placer andando... lo mismo te llevaba a la luna en una cama como en el baño de cualquier burdel... era glorioso verlo perder los estribos por una mujer... era la gloria pura sentirlo dentro... sentir como cada parte de tu cuerpo suplica porque jamás salga... lo sabía, él sabía lo que pensaban de él.

Cuando el baile terminó una pelirroja con poca ropa color negra se acercó a su mesa, seguida de una rubia que se sentó en las piernas del francés. Lucius le sonrió, sabía lo que ella quería, le sonrió de lado y le hizo señas de que lo siguiera. Dejó su copa sobre la mesa y se dirigió a una zona obscura. Ahí, la tomó por la cintura y la besó... las manos de ella se enredaron en la rubia cabellera y sus uñas se marcaron en el fino saco gris que llevaba puesto.

—Mis amigas dicen que eres todo un hombre...—susurró seductoramente en su oído, haciendo que el rubio se excitara más—.

—¿Quieres comprobarlo? —le preguntó con voz entrecortada, explorando las partes que aún cubría la tela—.

Ella no respondió, simplemente lo empujó hasta la pared y comenzó a acariciar su miembro a través del pantalón, cuando notó que este estaba muy duro lo sacó y con mirada de lujuria lo metió de lleno a su boca... ¡Por Merlín! era enorme... ella sonrió, jamás había visto algo tan grande, lo metió y sacó con fuerza, mientras las manos de Lucius hacían presión en su cabeza para darle mayor profundidad, pronto un sonido ronco parecido al bramido de un oso salió de la garganta del mago y su esencia fue recibida en la boca ajena.

Tan pronto como hubo eyaculado, la levantó a manera que le rodease la cintura con sus piernas, rápidamente introdujo su pene erecto en el centro de la bruja y la arremetió con fuerza en la pared.

Ella gritó de placer mordiendo su cuello, aferrándose a su saco con tanta fuerza que logró traspasarlo, lo único que podía escucharse eran sus gemidos, ningún hombre la había hecho sentir lo que aquel mago maduro.

Lucius la penetraba con fuerza, al tiempo que sonreía, amaba ver la cara de placer que ponían sus mujeres al penetrarlas... la joven llegó pronto al orgasmo, pero Lucius no... siguió envistiéndola hasta que ella hubo alcanzado dos en medio de una lluvia de gemidos...

Salió de ella, contempló su rostro empapado en sudor y de pronto... la aventó al duro suelo... Ella lo miró con extrañeza preguntándose porqué la trataba de aquel modo tan cruel... respiró agitadamente tratando de recuperarse de la acción anterior, el rostro de su acompañante reflejaba terror.

SEÑOR AMANTE (Lucius Malfoy y Ginny Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora