OCULTANDO EL DOLOR

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Lucius llegó muy temprano y la vio. Ginny se encontraba sentada en su escritorio como todas las mañanas y al verlo instintivamente se levantó. No dejaría de ser su jefe.


—Yo...

—Más le vale que estén listos los documentos señorita Weasley

—¿Señorita Weasley?

—Usted —aclaró— tenemos mucho trabajo.

—Claro.


Entró a su oficina dejando a una Ginny profundamente triste... Era tan cruel. ¿Señorita Weasley? ¿Por qué no Ginevra? Odiaba que le llamasen así... pero en los labios de aquel hombre era algo maravilloso.

Lucius se recargó en su cómoda silla y dio un par de vueltas cerrando los ojos, la había visto y ya deseaba hablarle, recostarla en el escritorio o sentarla en sus piernas para hacerle el amor... pero no podía sacarse esa imagen de la cabeza... Ella y el maldito niño que vivió. Un puño cerrado calló sobre la mesa. ¡Maldición! ¿Por qué? Nadie lo había engañado jamás... nadie... era mucho hombre para cualquier mujer... menos para la que amaba, a Ginny le había valido un jugo de calabaza agrio todo su amor...

Al parecer se seguía acostando con su exnovio. Aquello dolía y mucho...

Su esposa estaba equivocada... Ginny Weasley no podía estar enamorada de él. No podía... ¿Quién (por la memoria de Salazar) en su sano juicio, teniendo al salvador del mundo mágico, se enamoraría de un mortífago?


FLASH BACK


—Lucius —llamó Narcissa al tiempo que irrumpía dentro de la habitación sin pedir permiso.

—Vete.

—No. Debiste dejarla hablar.

—Ni siquiera la conoces.

—No necesito conocerla para darme cuenta de que la amas.

—Yo no amo nada —gritó fuera de sí—. Deja de decir estupideces.

—Eso pensaba... Pero veo que me he equivocado. La amas. Así que ve, habla con ella, dile que la amas.

—Eso intenté —terminó por aceptar—.

—¿Y?

—No querrás saber lo que vi...

—Lucius —lo abrazó con fraternidad—. Si la bastarda... digo... si la más pequeña de los Weasley se fijó en ti teniendo a Harry Potter, quiere decir que te ama...

—Eso no es verdad...

—Te engañas solo... significa que te aceptó con todos tus errores, significa que si está dispuesta a estar contigo pese a lo que su familia pueda pensar, entonces en verdad te ama.

—Déjame sólo.


FIN DEL FLASH BACK


Era mentira. Ella no lo amaba.

Recordó la vez que llegó herido a su pequeño departamento. Ginny no lo sabía, tampoco podía imaginarlo, pero había tenido un pequeño percance con su compañero de copas por haberla insultado, y sin saberlo, lo curó. Por vez primera ella empezó a tocarlo... acarició su cabello, su rostro... besó su pecho y... ¡Merlín! El sólo recordarlo lo hacía excitarse...

La vio lamer la marca tenebrosa grabada a fuego en su antebrazo izquierdo... Nunca nadie había tocado esa parte tan sensible en él... a ninguna la había dejado, ni siquiera a Margaret Parkinson... pero ella... Se sentía tan rica su boca. Era como una muestra de que lo aceptaba con todos sus errores, con todo su pasado, con todo lo que él era.

O eso había creído.


—¿Señor? —preguntó su amada entrando—.

—¿Sí?

—El señor McLair al teléfono.

—Gracias.


Tomó el comunicador y saludó al hombre que estaba al otro lado, hablaron poco tiempo, finalmente, Lucius devolvió el comunicador a su secretaria y con su voz fría que desde hace mucho no empleaba con ella le dijo:


—Espero que San Potter y usted no tengan planes para este fin de semana, tiene que acompañarme a una cena de gala.

—¿Yo?

—Es mi asistente personal, ¿no?

—Sí pero...

—¡Ah! ¿está ocupada? Ese día le toca coger con Potter...

—¡Deja de insultarme! —le gritó—.

—Y usted deje de tutearme señorita.

—No actúes como niño pequeño, por favor. Ni siquiera dejaste que te explicara lo que ocurrió.

—¡Te dije que no quería saberlo! —Se paró furioso—. Nada de lo que ocurra en tu vida me importa, además sirvió para acabar de una vez por todas con esta maldita farsa... Eres únicamente mi asistente y yo soy tu jefe.

—¡Es un maldito Mort...!

—¡Dilo! —exigió llegando hasta ella—. ¡Anda, dilo! ¡Dime que soy un maldito mortífago!

—¡Usted lo acaba de decir! —soltó conteniéndose las ganas de llorar, en la voz de él no quedaba ni un solo dejo de ternura... nada...—

—¿Irás o no?

—¿Tengo opción? —aceptó de forma retadora—.

—Bien, ahora toma —le extendió unos galeones—. Esto será suficiente para que te compres un vestido de cóctel... algo elegante. No es necesario que me des el cambio.

—Lo tendrá de cualquier forma...

—Puedes retirarte.


Ginny salió echando chispas de aquella oficina. Quería gritarle que lo amaba, que el saberlo tan distante le dolía mucho. Quería besarlo, sentirlo muy dentro suyo... susurrarle al oído cuánto lo amaba, que lo amaba como jamás había amado en su adolescencia... a nadie.

Ni siquiera al Niño que vivió.

SEÑOR AMANTE (Lucius Malfoy y Ginny Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora