PROBLEMAS DE HERMIONE

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Draco Malfoy abrió los ojos hasta que se asemejaron a grandes platos color grisáceo, aun no daba crédito a lo que sus ojos veían, ¿ella ahí? ¡Imposible! Tan inteligente, linda... no podía haber terminado en un burdel de tan bajo nivel.

Un momento... ¿por qué iba tan bien vestida?, otro momento ¿por qué demonios le preocupaba como hubiese acabado? y un momento más ¿de qué tenían que hablar dos personas que se odiaron mutuamente durante todo el colegio y no se han visto en años?

—Entre nosotros no hay nada de qué hablar —balbuceó como pequeño, moviendo las manos en distinta direcciones.

—¡Deja de tomar! —Exigió la chica rompiendo la copa que él aun sostenía entre sus manos.

—¿Qué demonios te sucede, Granger? —Gritó Draco un poco más repuesto al tiempo que se levantaba de su asiento y quedaba frente a ella.

—¿Qué te sucede a ti, Malfoy? ¡Mírate! ¿cómo estás en este lugar?

—¡Eso es algo que a ti no te importa! —Se tambaleó ante ella—. Tú no eres más... que... unna... ssan...gre... succcia...

—Menos mal que no te has olvidado de quién eres.

—Yo soy... Drrracc...oooo Malfoyyy.... El rey del mundo! —rió.

—Vámonos, su majestad —le jaló Hermione—. Su reino lo espera.

—¡No me toques!

—Pues entonces muévete, maldito hurón.

—No, no, no, no, no —comenzó a reír Malfoy bajito, acercándose tanto a la chica que ella pudo oler su aliento alcohólico—. Tú a mí no me gritas... que aún no nace la mujer que le dé órdenes a Draco Malfoy... Exceptuando a mi madre, claro. ¿Aunque sabes algo? —Preguntó bajando la voz—. ¿Quieres que te cuente un secreto? Ya no quiero ser un Malfoy...

—Estás mal, Malfoy, vámonos.

—No, no, no, no... Espera... viene lo importante... ¡quiero morirme, Granger...! Pero tú no lo entiendes... —se calmó y sonrió—, solo eres una sangre sucia inmunda... no sabes nada sobre ser bruja... no perteneces a nuestro mundo....

—No vine hasta aquí para que me insultes —se defendió Hermione, cayendo en cuenta que aún no sabía por qué estaba allí. Se acercó hasta él y le tomó del saco, justo en el momento en que él dejó caer todo su peso en ella—. Mugre hurón, pesas.

—¿Qué mm...me decías? Habló como loco—. Sí ¡eeeaa! Vamos a bailar... bailemos sangre sucia... acab...bbeemos de una buena vez con la reputación de loss Maall... foys... espera... vamos a bailar...

—Malfoy deja de hacer escándalo —murmuró Hermione al ver como todos la miraban.

—No... no, no, no, no señorita... yo no quiero ir a mi casa... no quiero mamá... no quello ir a momir...

—Esto no me puede estar pasando a mí —murmuró Hermione sin poder aguantar el peso del mago.

Sacó su varita e hizo el hechizo desilusionador necesario, la llevaría hasta el mismo centro de Londres mágico, de ahí... bueno, buscaría donde dejar a Malfoy.

El odioso hurón no podía mantenerse en pie y Hermione deseaba con todas sus fuerzas que nadie de los que transitaban a esa hora les conociera, lo que menos necesitaba era que el encabezado del profeta rezara: DIRECTORA DE SAN MUNGO CON UN EBRIO.

¿Qué diría Ron? No quería ni pensarlo, se quedaría sola... le pediría el divorcio de inmediato... lo sabía. Siguió batallando con el mago que a ratos reía, caminaba, sollozaba e incluso parecía que se dormía, sinceramente no lo sabía, ella jamás había lidiado con alguien en ese estado.

SEÑOR AMANTE (Lucius Malfoy y Ginny Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora