FUEGO DE DRAGÓN

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Advertencia: Lemon (sexo) del Dramione. Sorry not sorry, guys.

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Casi una hora más tarde, se tomaron de la mano y fueron de vuelta al área común de la suite. La pareja principal no se encontraba allí, en el balcón se notaban los platos y copas vacías, al igual que los hermosos adornos que Lucius había colocado para su pelirroja. Hermione sin hacer mucho ruido trató de abrir la puerta donde antes había estado con Ginny, pero esta se encontraba cerrada. Sonrió pícara y Draco rio divertido.


—Algo me dice que esa habitación se encuentra insonorizada... y que no podremos entrar. A menos que deseemos traumarnos de por vida.


Hermione se echó a reír de igual forma tratando de no hacer tanto ruido, pues sabía que aunque ellos no pudiesen escuchar lo que pasaba allá adentro, la pareja sí podía escucharlos a ellos.


—Me alegra que todo saliera bien.


—A mí también me alegra mucho —murmuró Draco con sinceridad antes de mirar a su alrededor y posar la mirada en la puerta donde se encontraba la habitación que usó con su padre durante la tarde—. Puedes ocupar la cama que usé hace rato si quieres, yo puedo dormir en la de papá.


Hermione se sonrojó, pero giró el rostro de inmediato para que Draco no la viera. Las palabras ajenas provocaron que un tibio y dulce calor subiera por todo su cuerpo, hasta su corazón. Draco se le hacía algunas veces tan tierno... No sabía cuál Draco le gustaba más. El Draco que le hacía la vida imposible en Hogwarts, el Draco que cual presuntuosa serpiente ponía su mundo de cabeza, hacía berrinche, gritaba al toparse con problemas que nunca pensó y la acorralaba a besos... o el Draco comprensivo que la respetaba y le daba su espacio, pues sabía que Hermione no se parecía en nada a las mujeres con las que estuvo antes. El Draco al que le importaba Hermione Granger. El Draco arrepentido. El nuevo Draco, ese que Dumbledore siempre vio y que solo necesitaba un empujón para dejarse notar.


—Esta es la cama que usé por la tarde —apuntó Draco, mostrándole la cama que se encontraba pegada hacia el enorme ventanal, bastante cerca de la bonita entrada del baño. La cama de su padre estaba más cercana a la puerta de entrada. El menor no había estado muy de acuerdo, pues no quería que el hombre escapara y fuese a enfrentarse a Potter, pero Lucius cayó rendido en la cama tan pronto ingresaron a la habitación, así que su hijo no comentó nada y ocupó el espacio libre. Sobre el mismo aún descansaba su chamarra. El rubio hizo intento de moverla, pero Hermione la tomó primero—. Dámela, la pondré en la silla para que duermas bien.

—Descuida, quizá me dé frío por la noche y pueda cubrirme.


Draco asintió.


—De acuerdo. ¿Quieres ducharte primero?


El rubio hablaba con tanta educación, que era imposible malpensar sus palabras o creer que buscaba algo más. La castaña asintió.


—Me enjuagaré rápidamente. Necesito un poco de agua fría para dormir bien.


Tomó una de las toallas limpias que Draco le señaló e ingresó a la ducha. Dejó que el agua fría tocara cada parte de su cuerpo. Sus manos acariciaron cada centímetro de piel y a cada nuevo toque parecía querer perder a la Hermione devota a Ronald Weasley y a Harry Potter. En cada caricia parecía poner una cadena pesada a la Hermione querida por la familia Weasley, a la santa, a la que amaba la seguridad y no los riesgos.

SEÑOR AMANTE (Lucius Malfoy y Ginny Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora