VERDADES A MEDIAS

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El teléfono de Hermione sonó justo cuando ella se encontraba esperando que Draco pagara los cafés que llevarían al departamento de Ginny. Después de todo, a la chica se le había antojado un capuccino y una dona de aquel establecimiento, y Draco, como buen tío del bebé, fue corriendo a cumplirle el antojo.

Si alguien había suplido bastante bien esa parte paternal, definitivamente era Draco. Draco el que corría a mitad de la noche a comprar las medicinas o los antojos de Ginny, sin importa que tan locos eran. El Draco que muchas veces se durmió en el sofá de la sala de aquel pequeño departamento solo para asegurarse de su que su hermanito y la mujer de su padre se encontraran bien. Hermione habría querido que Lucius viera todo cuando su hijo hacía y que la relación del hombre con su padre marchara mejor. Ella sabía que por más que Draco mantuviera una sonrisa en su faz, él extrañaba a su padre y le dolía que el hombre le odiara.

—¿Diga?

—Hermione.

Hermione se congeló en su lugar al escuchar aquella voz. La conocía bastante bien, mucho más de lo que quería.

—Hermione, por favor —se escuchó la voz de Ronald al otro lado del auricular—. No me cuelgues. Necesito decirte algo.

Hermione, la fuerte Hermione se quedó sin palabras. Llevaba semanas huyendo de Ronald y ahora el hombre estaba al teléfono. No supo que decir. Palideció notablemente, aún con la mano temblorosa se mantuvo en la línea. Solo Ron supo que su aún esposa seguía allí debido a la respiración.

Ron se alejó de las voces en el centro de la casa de sus padres y miró por la ventana hacia el patio trasero, aquel patio donde había jugado con su hermana cuando eran tan solo unos niños y trató de hacer a un lado el nudo que se formaba en su garganta.

—Tengo un recado para Ginny.

—Habla —fue lo único que alcanzó a murmurar la mujer en todo muy bajo.

—Mis padres van a hablar —continuó en tono de voz similar—. Aceptaron dar una entrevista y... quiero que Ginny lo sepa. No tuve nada que ver en esto.

Hermione soltó una risa suave mientras una lágrima bajaba por su mejilla.

—Lo imagino... —habló con ironía.

—Fueron ellos —insistió Ron. Estaba confundido. Había perdido la noción de lo que era y no correcto.— Yo... solo... solo dile a Ginny, por favor. Estarán en vivo dentro de media hora.

—¿Y Harry? —se animó a preguntar justo al momento que Draco se acercaba a ella sosteniendo la bandeja con los cafés y el postre de Ginny. Se preocupó al ver a su amada tan pálida, si bien aún no estaban en una relación ni habían tenido tiempo de poner en orden sus sentimientos o aclarar su situación, solo un ciego no notaría lo mucho que aquel par de quería—. ¿Sabe que me llamaste?

Esta vez fue Ron quien guardó silencio. Alzó la mirada en dirección a la sala, justo donde sus padres se encontraban ultimando los detalles de la entrevista con Harry. Se notaban tan cómodos. Siempre trataron a Harry como a un miembro más de la familia y aunque Ronald solo lo externó bajo la influencia del horrocrux, realmente llegó a pensar que Harry James Potter Evans siempre había sido el hijo favorito de los Weasley.

—No —respondió con frialdad y colgó de inmediato.

—¿Estás bien? —Se apresuró a preguntar Draco a su lado mientras la observaba con atención. Se notaba la preocupación en su rostro—. ¿Era...?

—Ron —respondió Hermione, tenía los ojos llorosos—. Tenemos que ir al departamento ahora, Draco.

—Sí, claro, de hecho... ya tengo todo. Vamos —tomó su mano para caminar con ella de vuelta hacia el automóvil.— Pero dime, ¿qué ocurre? 

SEÑOR AMANTE (Lucius Malfoy y Ginny Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora