—¿Dónde está mi padre? —repitió Draco al no encontrar respuesta. Odiaba ver a su madre triste y más si era por motivo de su padre. Lo cual siempre era así.
Lentamente Narcissa resbaló la foto hasta que quedó bajo el sofá en que estaba recargada y se quitó un mechón rubio de la cara.
—Hijo, ¡qué sorpresa! —sonrió con la mayor sinceridad posible. Claro que le alegraba ver a su amado hijo, solo que... no era un buen momento para tenerlo en casa—.
—Lo siento madre —la abrazó Draco con fuerza—. He sido un maleducado al no saludar, pero de momento pensé que estabas llorando y creí que...
—No, hijo —aseguró Cissy luchando por no sonar como alguien que en verdad acababa de llorar aferrada a la foto del primer amor—. Eso quedó olvidado.
—Bien, eso espero, porque ambos sabemos cómo es papá.
—Ambos sabemos cómo son los dos ¿cierto?
—Mamá yo...
—No hace falta que digas algo hijo —le calmó—, sé que sigues los pasos de tu padre en amores y... ambos son unos Malfoy, yo no puedo hacer nada con ello.
—Pero yo no quiero que mi esposa llore cuando yo no llegue a casa, yo no quiero que...
—Draco, basta —lo detuvo con suave voz—. ¿Has venido a recordarme los sufrimientos pasados o a visitarme?
Su hijo calló, ante él se erguía no su madre, sino la verdadera Narcissa Malfoy, esa que tanto le recordaba a Digal, fría en su trato con las demás pero que por la sencilla maravilla de ser mujer, de vez en cuando se transformaba en seda.
—Lo lamento.
—Está bien —volvió a sonreír tocándose las manos con nerviosismo—.
—¿Estás bien, madre?
—Claro, hijo ¿qué te hace pensar lo contrario?
—Tus manos... mamá ¿pasa algo?
—No, hijo, son solamente imaginaciones tuyas... ya verás como todo se encuentra en tu mente.
—Menos mal, porque es tarde y quisiera tomar una siesta.
—Claro, amor, son apenas las cuatro y... Las cuatro.
—¿Mamá?
—Las cuatro —repitió con una extraña expresión en el rostro—. Hijo, tengo que hacer algo, ¿podrás esperarme?
—Claro, madre, creo que llevaré mi equipaje a la habitación.
—Claro, querido, siempre pido que la tengan lista. Ve.
—¿Mamá, segura que estás bien?
—Lo estoy, Lucius.
—Mamá tú nunca me llamas...
—Sube a tu habitación —ordenó como años atrás aun lo hacía y él no pudo hacer más que obedecer.
Apenas hubo desaparecido de su vista, Narcissa corrió hasta la mesa de centro que estaba más cerca y comenzó a escribir dos notas con pulcra y perfecta letra. Si las personas fueran como escriben, aquellos trazos revelarían a una mujer insoportablemente bella.
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—¿Quieres que te lleve a casa?
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SEÑOR AMANTE (Lucius Malfoy y Ginny Weasley)
FanfictionTodo cambia para Ginny Weasley cuando Harry Potter le dice que no la ama más. ¿Qué pasará cuando la menor de los Weasley huya de casa y se convierta en la secretaria de Lucius Malfoy? ¿Podrá el mortífago que alguna vez trató de matarla enamorarse de...