SEÑOR AMANTE (Lucius Malfoy y Ginny Weasley)

LA RAZÓN DE GINNY

Cuando Ginny Weasley abandonó el Ministerio de Magia y Hechicería casi podía sentir sus piernas temblar. Era cierto que de nuevo se sentía la leona fuerte y valiente de Hogwarts, pero caer en la cuenta de que su ex pareja, el alabado héroe del mundo mágico, realmente deseaba refundir a Lucius Malfoy en Azkaban y que se estaba volviendo un verdadero hijo de puta, sí que era algo bastante traumático, incluso para ella. Respiró hondo y se aferró mejor a su bolso mientras se dirigía hacia su aún departamento.

No había tiempo qué perder. Necesitaba poner su plan en marcha de inmediato y eso significaba cambiarse de residencia lo más pronto posible. Necesitaba encontrar un lugar donde ni los Weasley, ni los Malfoy, mucho menos Harry Potter pudiesen hallarla. Quería borrar su rastro hasta que el peligro pasara.

Por Merlín, aún quería pensar que Lucius la perdonaría llegado el momento. Tenía esa fe muy dentro de sí.

Primero pensó en hacer todo sola, pero... más tarde recapacitó. Sabía que para llevar a cabo su plan necesitaba aliados y aunque no estaba muy segura sobre si uno de esos aliados debía ser Hermione Granger, intentaría confiar en su ahora única amiga, misma que debía estarla odiando en ese preciso instante por creerla capaz de romperle el corazón a Lucius Malfoy. Ginny sonrió con ironía. El destino era tan hijo de puta, la vida daba tantas vueltas... era tan curioso cómo de un momento a otro Hermione había pasado de ser la sangre sucia a convertirse en amiga del rubio y sobre todo, quien le apoyaba con más fuerza. Incluso Draco se notaba bastante cercano a la castaña.

En cualquier otra circunstancia Ginny habría odiado a Hermione al menor indicio de infidelidad hacia su hermano, antes, no ahora. Ronald Bilius Weasley había demostrado que no sabía ser pareja, mucho menos hermano. Durante años ignoraron el carácter tan voluble de su hermano, pero Ron hacía mucho que había sobrepasado los límites. Incluso si Hermione abiertamente la había defendido ante los Weasley, no dejaba de ser la misma castaña integrante del Trío Dorado que tanto quiso a Harry Potter y que durante años estuvo silenciosamente enamorada del pelirrojo. No dejaba de ser la chica inteligente que tanto ayudó a Harry y a Ron a salir invictos de sus pruebas. Seguía siendo la Hermione que tanto quería a Molly y que se divertía pasando unos cuantos días del verano en la madriguera... sin embargo, únicamente por defenderla, había sido cuestionada y maltratada por toda la familia Weasley, a quienes ella consideraba su familia.

Ginevra se recargó en la pared próxima y cerró los ojos. En ese instante cayó en la cuenta de todo por cuanto su amiga estaba pasando. Hermione no tenía padre ni madre, tampoco tenía a Molly ni a Arthur a quienes siempre vio como padres putativos. Tampoco tenía más a su eterno mejor amigo, y mucho menos a su novio y recientemente esposo. No tenía a nadie, solo a cierto rubio que parecía dispuesto a cuidarla en todo momento. Todos le habían dado la espalda, justo como se deshecha algo que ya no te sirve. Ginny pensaba que todos estaban siendo injustos con la castaña. Ron más que el resto. Aún podía recordar la forma tosca y violenta en la cual el pelirrojo empujaba y hablaba a su esposa. Ginny sentía las venas arder de coraje ante las imágenes recorriendo su mente como si se tratara de una película.

No era que Lucius fuese el mejor hombre del universo, qué va. Lucius era un asesino, el asesino que todos decían y al comienzo su relación fue bastante violenta. Sin embargo, con el paso del tiempo el mago fue cambiando y ahora, Ginny sabía que Lucius sería incapaz de ponerle una mano encima por más molesto que estuviese con ella. Le quedaba claro que incluso si ella le partiese el corazón de frente y entrasen en un conflicto, el mago la trataría como a una delicada rosa hasta el último momento. Ron no tendría la misma consideración con Hermione y no porque fuese del todo malo... sino porque necesitaba ayuda, una ayuda que durante años no le dijeron que requería ni hicieron nada por tratar de que él lo aceptara.