DESPUÉS DE LA TORMENTA

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Robert Swan terminó de beber el delicioso té que la ya ex Narcissa Malfoy le ofreció. Eran amigos desde hacía años, tantos que no podía recordarlos con exactitud. Su padre fue abogado de Abraxas Malfoy, y desde que Lucius tomó la herencia de su padre el mismo Robert se dedicó a cuidar los asuntos legales de la fortuna Malfoy. Si existía alguien de entera confianza para la familia completa por supuesto que se trataba de Swan. Incluso Draco le tenía en amplia estima.

Por su parte, Swan también apreciaba a los Malfoy, a todos ellos, pero aún más a Narcissa. Siempre disfrutó de su amistad y de las largas charlas con la mujer. Ahora no era la excepción.

La mujer se puso de pie para despedir a su fiel amigo de años y llevarlo hasta la puerta, cuando el alboroto justo en la entrada de Malfoy Manor la hizo correr, seguida muy de cerca por el abogado.

—¿Lucius?

Sus ojos no daban crédito a lo que veía. El padre de su hijo se encontraba ahogado en licor como tantas veces antes le vio... como siempre, como ocurrió durante el regreso del Señor Tenebroso, justo como era antes de que Ginevra Weasley apareciera en su vida. Narcissa no creyó ver al rubio nuevamente en aquel estado. ¿Qué demonios podría haber sido tan fuerte para tener a Lucius en un estado tan deporable?

—Maldita sea... —murmuró con preocupación. 

Swan dejó su portafolio sobre la mesa más próxima y corrió a tomar a Lucius por uno de sus brazos, ayudándolo a sostenerse de sus hombros para de esa forma llevarlo hacia la sala, pero Narcissa negó.

—Hay que llevarlo a su recámara.

Con un tanto de dificultad Robert terminó de acostar a Lucius Malfoy sobre el enorme y cómodo colchón de su alcoba. Era una recámara espaciosa, fría y oscura, justo como era la vida de Lucius Malfoy antes de fijarse en la ex novia del niño que vivió. El aroma a licor pronto lo llenó todo, solo el perfume de Narcissa pareció sobresalir para el rubio, pues al tener cerca a la madre de su hijo se abrazó a su cintura comenzando a llorar cual infante.

La mujer abrió los labios con sorpresa. No creyó ver a Lucius así de nuevo... pensó que ya todo había pasado, que el alcoholismo había quedado lejos junto a los recuerdos trágicos de la guerra. Creyó que aquel Malfoy que llenaba vacíos con mujeres y alcohol nunca regresaría a su vida, pero ahí estaba... Seguía allí. Narcissa se preguntó si realmente se había ido aunque fuese por un tiempo.

—Lucius —murmuró.

Swan se mantuvo de pie cerca de la cama observando el cuadro en silencio y finalmente carraspeó un poco. No deseaba interrumpir el momento entre los ex esposos. Sabía perfectamente bien que Narcissa Black nunca dejaría del todo a Lucius Malfoy, era una mujer bastante leal e incluso si no lo amaba más, incluso si tal vez nunca lo hizo, ella siempre estaría para él. Lo apoyaría en todo cuanto pudiera, simplemente por haber sido su esposo y eterno padre de su hijo, la luz de sus ojos, su dragón.

El llanto de Lucius Malfoy se hizo cada vez más ruidoso y al tratar de calmarlo acariciando sus largos cabellos, Narcissa reparó en el cambio de look del hombre. Suspiró confundida y acarició la cabeza ajena de forma lenta. No quería pensar que Ginevra Weasley tuviese algo que ver con el estado de su ex esposo.

Cuando aquella tarde Swan llamó a su puerta llevando el acta final de divorcio, el documento mágico que disolvía por completo todo vínculo matrimonial existente entre Narcissa Black y Lucius Malfoy, la mujer pensó que el padre de su hijo se convertiría en el mago más feliz de todo el mundo mágico, pues finalmente podría desposar a la hija menor de los Weasley, la mujer de la que realmente se había enamorado. 

Pero ahora... ver a Lucius Malfoy en un estado tan deplorable la hacía pensar lo peor de Ginny. ¿Quién más tendría tal poder sobre la orgullosa serpiente? ¡Se lo dijo! ¡Demonios que lo hizo! Le advirtió a aquella niña temerosa y tonta que no lastimara a Lucius o tendría que enfrentarse a ella... a su ira, a su magia oscura. Justo en ese momento trató de bloquear todo pensamiento negativo hacia Ginny, quería que Lucius se calmara y que fuese él mismo quien le contara lo sucedido.

SEÑOR AMANTE (Lucius Malfoy y Ginny Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora