Lucius miró a su esposa sin una expresión determinada, sabía que ella se sentía triste, enojada y culpable a la vez, así que no le habló, lo que menos necesitaba eran los reproches de la aún Narcissa Malfoy. Recogió su varita en un movimiento elegante y subió velozmente hacia su habitación dejando a su esposa con lágrimas corriendo por su rostro de muñeca, muñeca blanca cual porcelana que aún conservaba la belleza de años atrás.
La mujer se recargó en la pared más cercana y dejó que el llanto saliese con fluidez, ya nada importaba, a nadie le importaba cuánto llorase... Su hijo acababa de irse y lo más seguro era que jamás volviese. Su esposo pronto dejaría de serlo... ¿qué importaba el mundo? ¿qué importancia tenía lo que la sociedad pensara?
Harry Potter les había regalado vida y libertad, un mundo nuevo en el que la intolerancia había dejado de existir, o eso se pretendía. Harry Potter.... Sí, el mismo Potter que no debió dejar jamás a su novia, ese que no debió alterar el orden lógico de las cosas.
Por un instante tuvo la certeza de que si esa historia estuviese escrita, las cosas serían muy distintas. Tal vez, la foto de la pequeña Weasley adornaría las portadas de los diarios anunciando su boda del año junto al niño que vivió... el otro Weasley junto a la hija de muggles cuyo nombre no recordaba en ese instante y Draco, el heredero de la dinastía Malfoy, todo un rompecorazones como su padre, comprometido con... ¿Pansy Parkinson? No, quizá la relación durara un tiempo, pero no, eran casi como hermanos, entonces tal vez... ¿Daphne o la pequeña Astoria? Pero desgraciadamente, la vida de los magos y brujas no estaba en un libro; era la vida, la realidad, no había una escritora confeccionando sus vidas detalle a detalle, no había quien echase a volar su imaginación y decidiera volverlos buenos o malos, aurores o mortífagos, Griffyndor's o Slytherin's... solo había humanos... Humanos, eso era lo que ella veía.
Sus ojos color mar no la engañaban, ¿qué diferencia había entonces entre los magos y los muggles? Nada. Pensaban, hablaban, peleaban... inventaban armas para destruir el mundo, para obtener el poder... se sentían superiores a los demás... Eran humanos, ambas clases lo eran.
Brujas y mujeres, magos y hombres... ¿Tantos años hubo de esperar para notarlo?
Después de todo, la vida termina más pronto de lo que se espera y sin importar la clase a la que pertenezcas acabas igual que otro, nada se puede llevar en el día final. El oro, el dinero, los cuadros, las reliquias que adornaban su sala se quedarían ahí como recuerdo de los que antes existieron y luego... nada.
Verla de pie, completamente sola en medio de esa gran estancia, resultaba exactamente igual a una vieja descripción escrita con esmerada letra en un viejo pergamino perdido en algún rincón de Grimmauld Place.
Hoy me siento mal, ¿sabes cuánto llevo sin verla? Sin admirar esos cabellos dorados tan parecidos a los rayos de sol... Provoca tantas emociones confusas en mí que aún no puedo creer que sea yo quien está escribiendo esto, pero lo soy. Soy el autor de este y mil pergaminos más repletos de frases de amor...
Al recordarla, vuelven a mí los recuerdos de mi ya lejana mocedad, mocedad que me quemaba el corazón de deseo por ella, por tocarla y abrazarla, por retenerla a mi lado un solo instante, un instante que se pudiera hacer eterno. Ahora vivo de su recuerdo... y eso es lo mejor que puedo tener... porque parece que la estoy mirando. Ella, joven y hermosa, con esa gran sonrisa en el rostro, exclusiva para los de su clase... pero que a escondidas yo apreciaba con deleite.
¿Qué puedo decirte que no sepas? Sí, era bella. Sí, era muy bella, como una rosa, como una estrella brillante que resulta imposible alcanzar, bella, al andar libremente como una hoja mecida en el aire de la primavera.
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SEÑOR AMANTE (Lucius Malfoy y Ginny Weasley)
FanfictionTodo cambia para Ginny Weasley cuando Harry Potter le dice que no la ama más. ¿Qué pasará cuando la menor de los Weasley huya de casa y se convierta en la secretaria de Lucius Malfoy? ¿Podrá el mortífago que alguna vez trató de matarla enamorarse de...