Todo cambia para Ginny Weasley cuando Harry Potter le dice que no la ama más. ¿Qué pasará cuando la menor de los Weasley huya de casa y se convierta en la secretaria de Lucius Malfoy?
¿Podrá el mortífago que alguna vez trató de matarla enamorarse de...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Ginevra se quedó congelada en la entrada, sintiendo como todo el mundo se le venía encima... ¿Hermione Jean Granger en su casa? Imposible, ¿luna de miel? Había olvidado todo, ni siquiera recordaba que ahora era su cuñada... ¿qué decirle? ¿Cómo ocultar al hombre que ansioso la esperaba en la habitación?
No hubo tiempo de hacer planes, no hubo tiempo de actuar, Lucius Malfoy al ver su tardanza, comenzó a vestirse y salió en su búsqueda al tiempo que se abrochaba el caro reloj de muñeca.
—¿Pasa algo, amor? —preguntó con su típico arrastre de palabras sin levantar la vista de su actividad, hasta que un pequeño grito de sorpresa, le hizo toparse con los ojos chocolate de la sangre sucia... Granger.
Era una escena graciosa, el gran Lucius Malfoy no fue capaz de decir algo, se quedó observando a ambas chicas desde un mismo lugar, Ginny ni siquiera le miró, se mantuvo mirando a su cuñada y la castaña al rubio, ¿qué demonios estaba pasando en ese lugar? ¿Qué hacía el padre del hurón en casa de su amiga a esa hora? ¿Por qué estaba vistiéndose y ella seguía en bata?
Todas las respuestas eran obvias, pero Hermione Granger siempre quería estar segura de todo.
—Hermione yo... —empezó Ginny pero volvió a callar, no encontraba las palabras necesarias para explicar aquello, sabía que tarde o temprano tenía que afrentar aquella relación, pero prefería que fuera más tarde que temprano.
Lucius miró a su pelirroja y el corazón se le llenó de infinita ternura, debió sentir en carne propia lo que su amada pensaba. Se acercó con sutileza y besó su frente sin importarle los enormes ojos de Granger ante esa caricia.
—Las dejo —se despidió la serpiente—. Deben hablar. ¿Granger?
—¿Señor?
—Que tengan un buen día.
La puerta fue cerrada tras el mago y ambas amigas quedaron solas, la atmósfera quedó aún peor de lo que ya estaba.
—No espero que entiendas todo, Herms —habló Ginny— pero... esto no es nada fácil para mí y...
—¿Lo amas? —preguntó Hermione de golpe.
—Sí —aceptó la pelirroja sin más. Le nacía ser sincera con la castaña. Era de sus pocas amigas. La única que le quedaba luego de la traición de Luna.
—¿Él te ama o... es solo un juego?
—Me ama... quiere que nuestro amor sea eterno... quiere quedarse conmigo para siempre, pero... yo... no lo sé.
