TODO TIENE UNA EXPLICACIÓN

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—Hijo... —comenzó Narcissa, pero Draco la calló.

—No, mamá. Exijo que este señor que dice ser mi padre, sea el que responda en este instante.

Los ojos del menor de los Malfoy, echaban chispas y su semblante, duro e inexpresivo, advertía que nadie podía tocarlo en aquel momento.

—Lo que has oído —respondió su padre—. Narcissa Black y Lucius Malfoy se divorcian ¿es tan difícil de entender?

—¿Difícil? —Preguntó Draco bajando con rapidez—. ¿Difícil? ¡Por Merlín, papá! No es difícil, es... es... ¡es una bomba!

—Joven Malfoy, le sugiero que se calme...

—¡Tú cállate, Swan! ¡Esto es entre mi padre y yo! —gritó fuera de sí—. ¿Se puede saber cómo demonios ocurre esto en mi ausencia?

—¿Se puede saber cómo demonios estás aquí? —Preguntó su padre arrastrando las palabras de forma sutil.

—He preguntado primero, ¡exijo una respuesta!

—¡Draco Lucius Malfoy! —Lo llamó su madre con autoridad—. A tu padre no le faltas el respeto.

—Él te lo ha faltado muchas veces.

—¡Draco!

—No te metas, madre. ¡Habla, papá!


Lucius continuaba con la mirada fija en su hijo, trataba de encontrar las palabras necesarias para explicarse, pero no acudían a él. Comenzó a caminar por la estancia adornada de retratos familiares y hermosas reliquias.


—Es una larga historia —soltó finalmente dejándose caer en el enorme sillón rojo donde tantas noches Narcissa le esperó—. Tan larga, que no sé por dónde empezar.

—Creo que... lo mejor será que me retire —se despidió Swan tomando el hombro de Draco—. Nos vemos, hijo. Escúchalo.


Draco apenas y le miró, sus ojos ahora estaban cristalinos por la rabia que luchaba por guardar.

Apenas y alcanzó a ver como su madre salía presurosa tras el abogado, amigo de antaño de los Malfoy. Tenía en alta estima a Draco y recordaba haber saltado en sus piernas como un pequeño con su padre, pero ahora le acababa de gritar y no le importaba, no se arrepentía de haberlo hecho, porque no descansaría hasta que el mortífago que estaba frente a él hablara.

Lucius pasó ambas manos por su largo cabello y la expresión del rostro se tornó idéntica a la que una vez tuvo, en ese mismo lugar, frente al señor tenebroso. Parecía como si muchos años hubiesen pasado en un solo instante sobre él, aunque no lo demostrase, su hijo era lo más importante que tenía, la persona que más amaba y resultaba una tortura tratar de explicarle que ahora él había caído en la tentación, que había comido del fruto prohibido del que siempre le prohibió probar.

Los años de experiencia quedaron reducidos a nada con una sonrisa de Ginevra Weasley, las interminables noches en los brazos de amantes expertas se desvanecieron con la inocencia de aquella niña a la que tuvo que enseñar a amar... Su pequeña amante... la que iluminaba los días cuando se tornaban grises como sus ojos.

Amaba tanto a aquella que era bebé cuando él, un adolescente loco, buscaba placer en cualquier cuerpo divino de mujer; a la que era niña cuando él experto en artes amatorias olvidaba el tiempo y llegaba como ladrón nocturno a la mansión, donde su esposa fielmente le esperaba. A esa niña, tan niña, linda e inocente, jugando entre rosas, soñando con algo mejor, deseosa de conocer un príncipe que la rescatara como princesa... cuando él, ya todo un hombre, pensaba en la maldad del mundo, en el poder, en el placer y el deseo, en todo menos en el amor.

SEÑOR AMANTE (Lucius Malfoy y Ginny Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora