MONSTRUOS

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La primera vez que Hermione vio el rostro de Ron después de lo sucedido en la madriguera el hombre apenas y la miró, pero cuando lo hizo pareció fulminarla con el coraje que ella pudo ver en aquel par de ojos que durante años la vieron con amor. Aquella noche no durmió en casa, pero volvió a la mañana siguiente.

Hermione se encontraba bebiendo un poco de zumo de calabaza cuando el pelirrojo entró de golpe a la cocina.

—¿Sabes? —Preguntó con una risa ligera—. No creí que fueras capaz de regresar. Estaba seguro de no encontrarte esta mañana.

—¿Eso deseas, Ron? ¿Quieres que me vaya?

—Quiero tantas cosas, Jean... —Sonrió con sorna—. Cada una más violenta que la otra... Todas reflejan el deseo que tengo de hacerte pagar.

—¿Hacerme pagar por qué? —Cuestionó en tono firme y alto dejando el vaso a medio tomar sobre el desayunador—. Yo no hice nada de lo que deba arrepentirme.

—¿Te parece poco, en serio?

La risa de Ronald fue en aumento. Era una risa cruel, molesta. Hermione tembló al escucharlo.

—Mi hermana se revuelca con un jodido asesino y tú decides encubrirla... a espaldas de tu marido. ¿Cómo podré confiar nuevamente en ti, eh? ¿Acaso creíste que todo volvería a la normalidad?

—Ginny no es solo tu hermana, Ron. Es mi amiga, mi mejor amiga. Yo no me enteré de esa relación hasta mucho después... y por error.  Si te lo oculté es porque se trata de algo personal, se trata de amor... de amor entre dos personas y una de ellas, tu hermana, mi mejor amiga, no deseaba que nadie lo supiera. ¿Tanto te cuesta entender eso?

—¡Me traicionaste!

—¡No lo hice! ¡Sólo respeté la privacidad de tu hermana! ¡Respeté su vida y su libertad de elección! Justo como deberías hacer tú.

—¡Nunca!

El puño cerrado de Ron golpeó el desayunador con tanta fuerza que el vaso descansando sobre él derramó todo el líquido contenido en su interior y luego cayó al suelo con un sonido sordo.

—Ron, por favor...

—No hay Ron que valga justo ahora... —murmuró con una sonrisa enfadada acercándose hasta la que aún era su esposa y la tomó ferozmente por el mentón obligándola a mirarlo directamente a los ojos—. Dime, querida esposa... ¿ya elegiste tu bando? Quiero pensar que este tiempo de ausencia te ha servido para reflexionar o quizá... ¿estuviste revolcándote con Malfoy?

—¡Basta, Ronald! —Gritó tratando de zafarse, pero el agarre de Ron solo se volvió más fuerte, presionando su robusto cuerpo contra el delgado de la castaña.

—¡CONTESTA, HERMIONE! ¿ELEGISTE TU BANDO?

—S-u-é-l-t-a-m-m-e... —balbuceó con dificultad. Sentía como si la quijada se le fuese a quebrar en cualquier momento. El mago sí que tenía fuerza.

—¡TE HICE UNA JODIDA PREGUNTA!

Desesperada movió sus piernas y empezó a dejar pisotones contra los zapatos ajenos en claro intento de hacer que la soltara. Ron la miró divertido, era como si ningún movimiento que ella hiciera fuera capaz de derribarlo. Dejó libre su quijada, pero no retrocedió ni un solo centímetro.

—¡Elegí a Ginny! —Respondió jadeante sintiendo arder su mandíbula y de inmediato se llevó la diestra a la zona para palpar el lugar. 

—Respuesta incorrecta, mi amor... —murmuró contra el oído de la chica—. Te daré una oportunidad más. ¿Elegiste tu bando?

—Elegí a Ginny... —respondió en un susurro.

SEÑOR AMANTE (Lucius Malfoy y Ginny Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora