♡ nuestra familia ♡

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Desde que contraje matrimonio con Daryl todo empezó mal.

Quedé embarazada y mi papá me botó de la casa porque simplemente Daryl no tenía nuestro puesto económico y para él sería una verdadera vergüenza que el mundo se enterara que su primogénita iba a tener un bebé del mecánico del pueblo. Era totalmente denigrante para el apellido Luna.

Después de la pequeña ceremonia, dónde solamente se presentó su jefe, fuimos a su cabaña que estaba un poco muy dentro del bosque, lo que no me gustó mucho porque yo no estaba acostumbrada a esa vida, pero mi amor por Dixon lo era todo, claro que sí.

Esa fue la primera vez que conocí su hogar, cuando salíamos jamás íbamos a su casa, si queríamos intimidad íbamos a hurtadillas a mi casa o algún motel cercano.

Su hermano estaba en el viejo porche fumando lo que olía ser marihuana. Recuerdo que me vió de arriba a abajo y sonrió mostrando todos sus dientes.

—Jamás había visto un vestido de novia así. 

Y es que realmente no era un vestido de novia, era un vestido bordado en flores de colores pasteles, el vestido era de vuelo, llegando dos dedos arriba de mis rodillas.

—Si sabías que nos estábamos casando, ¿Por qué no fuiste? —pregunté.

—Mujer, para que iría a la boda de un marica bueno para nada.

Miré a Daryl quien tenía la cabeza gacha y sentí tanta furia en ese momento porque sabía que a mí ahora marido le dolían esas palabras.

—Hombre, no me estaba casando contigo. Me estaba casando con alguien que sí es bueno para muchas cosas, permiso.

Tomé la mano de Daryl y dejé que me guiará a la casa.

—¡Tienes ovarios, mierda! —se escuchó la voz de Merle.

Estando dentro de la cabaña todo era un desastre y olía completamente a marihuana y a alcohol. Daryl notó rápidamente como fruncía mi nariz.

—No sabía que...

—Amor, no te preocupes, está bien, sólo necesitamos limpiar un poco, ya eso lo hacemos mañana.

Él asintió llevándome a su habitación, era diferente a la casa en sí, aunque no tenía muchas cosas, una cama matrimonial, un ropero y ya. La habitación era un poco grande por lo que pude visualizar una cuna del otro lado de la habitación. El o la bebé dormirá sí o sí en nuestra habitación, al menos hasta que esté segura de que mi cuñado dejará todas esas mierdas fuera de casa.

—Sé que es pequeña, pero al menos está un poco ordenada y no huele a nada raro —comenzó a hablar con la pena reflejada en su cara.

—No es eso, es sólo que estoy pensando a futuro, en unos meses seremos tres y tendremos que poner una cuna por ahí.

Daryl sonrió gustoso de la idea y me cargó tirandome con suavidad a la cama. Dejó unos besos pequeños en mi boca para después darme uno apasionado.

—Soy la señora Dixon.

—Claro que lo eres y lo serás hasta la muerte.

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Los meses pasaron rápido y mi relación con el Dixon mayor fue mejorando, al punto que el hombre siempre me cumplía los antojos.

Mi embarazo ya estaba en el séptimo mes y mi barriga era tan hermosa que de un tiempo para acá comencé a usar vestidos que hacían verme fantástica y follable, según las palabras de mi cuñado.

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