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Necesito salir de este estúpido arbusto y disculparme. Pero, en su lugar, me quedo observando los movimientos de ambos al lado del muro. Zephir se ríe de algo y Dana le da un suave golpe en el hombro antes de reírse también. Un intento de sonrisa se forma en mis labios al ver como le pinta un sol verde en la mejilla a Zephir y este se venga con dos líneas en su frente. Mientras, una profunda sensación de alivio se extiende por mi pecho; hasta este momento no era consciente de cuánto necesitaba que ellos dos no estuvieran enfadados.
Un hondo suspiro se escapa de entre mis labios mientras recoloco la muleta bajo mi brazo.
Llevo una semana evitándolos en clase. Una semana en la que apenas oía sus voces sentía mi cabeza congelarse y mis pies moverse veloces para alejarse del origen del sonido. De hecho, Zephir intentó hablar conmigo varias veces, interceptándome en aquellas clases que compartimos. Yo, simplemente, me dediqué a huir. El problema es que no me asusta que esté enfadado, sino la compasión que casi con total seguridad se formará en su expresión. Me conoce. Sabe que lo del otro día no fue algo propio de mí. Sabe que debe de haber pasado algo.
Han pasado muchos días desde que me planté en su puerta a gritarle lleno de rabia. Unas vacaciones enteras sin disculparme, una semana de clases sin poder mirarlos a los ojos y murmurar una disculpa. Una disculpa por todo lo que saqué de quicio. Porque puede que siga sin entender todos los motivos de Zeph para haber montado… todo. Pero lo que sí que sé, de lo que me he dado cuenta durante todos estos días, es que fuera cual fuera el motivo no fue malintencionado. Se nota a la legua, a través de este arbusto y a kilómetros de distancia, que él está profundamente colado por Dana. Y yo casi lo arruino.
Por otra parte, sé que tuve mis razones. Y sé, por cómo es Zeph, que tampoco se alegra del método que eligió; por lo menos, en lo referente a mi persona. Pero el corazón nubla mentes, y yo mejor que nadie debería saberlo. Así, no paro de repetirme que yo debería haber actuado mejor. Pero, corroído por el agotamiento y la rabia, lo único que supe hacer fue hacer daño a las personas a las que sabía que podía herir en ese momento.
Sacudo mi cabeza en un torpe intento de alejar mis pensamientos y me levanto, torciendo la muleta. Me doy la vuelta justo en el momento en que un contacto suave se posa en mi brazo. Mi corazón se salta un latido antes de ver que se trata de Odiseo.
—Primero el tobillo y ahora el corazón. Voy a pensar que intentas morir en mi presencia para incriminarme.
—Lo siento —musito, cerrando los ojos durante un segundo para recomponerme. Luego separo mis párpados y le sonrío con cuidado—. ¿Qué haces aquí?
—Estaba dando una vuelta y te he visto agachado tras un arbusto. Por lo que veo, espiando a la chica amiga de la hermana mayor del mejor amigo de mi hermano. —Sonríe, confuso por el trabalenguas de sus propias palabras, y tuerce un poco la cabeza. Mi mirada se dirige durante un instante al hueco de piel que se ha liberado en su cuello—. Bueno, ¿ibas a ir a algún sitio?
—A casa, supongo —poniéndome colorado. Hago un gesto con la mano hacia el muro—. Yo, bueno, solo estaba…
—¿Qué tal si me lo cuentas mientras tomamos un chocolate con churros?
Durante un minuto, me lo quedo mirando. ¿Ha dicho… ?
—Claro —me apronto a responder, cogiendo las muletas y saliendo de la pequeña porción de césped para comenzar a renquear a su lado. No me puedo creer que lleve así semanas y siga siendo un maldito inútil con las muletas.
—¿Cuándo te las quitan? —Alzo la cabeza de los posibles peligros de la calzada y la centro en su rostro, buscando sentido a su pregunta. Con un ligero movimiento de su barbilla, señala las muletas. La comprensión llega a mí acompañado de un suave enrojecimiento de mis mejillas, por lo que corro a apartar la mirada.
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Sentimientos sempiternos
Teen FictionZephir es un chico al que le encantan las novelas románticas juveniles. Pero eso no significa que, en la vida real, esté dispuesto a formar parte de un triángulo amoroso donde: 1. No lleva las de ser la esquina beneficiada. 2. La c...