IX
Una vez dejo la cafetería en la distancia, vuelvo a la plaza con la esperanza de que el chico que me llamó haya llegado. Y siga ahí, añado, porque ha pasado un buen rato desde que abandoné mi lugar tras la estatua.
Mientras me alejo, un nudo causado por los nervios obstaculiza mi garganta, por lo que me obligo a tragar varias veces esperando que desaparezca.
La verdad es que no esperaba para nada que lo que planeaba Zephir fuera esto. Tampoco es que esperara algo en especial, pero... Él sabe PERFECTAMENTE que en este momento lo que menos quiero es algo que tenga que ver con relaciones.
Y aún así, aquí estoy tras haber aceptado y buscando reunirme con esa persona que me va a ayudar a cumplir mi palabra. Estoy tentado de correr hacia la cafetería y gritar que no quiero, como por un instante pensé cuando estaba allí sentado. Pero, al igual que en ese momento, mi sentido del deber se antepone obligándome a cumplir mi palabra.
Suelto un débil gruñido cuando llego hasta el As de Corazones. De verdad espero que, sea quien sea con el que haya quedado, me ayude.
Cuando me siento en el borde, recibo una llamada. Descolgando con urgencia cuando veo el número del chico desconocido, me llevo el teléfono móvil a la oreja.
—¿Diga?
—Soy yo de nuevo, Arturo —contesta la voz del chico. De fondo, oigo el sonido de varias voces infantiles—. Siento haberte hecho esperar, pero no voy a poder ir. De repente ha surgido una urgencia y tengo que arreglarla. Te llamaré de nuevo otro día —se despide. Sin darme tiempo a contestar, cuelga.
Suspirando, me levanto del sitio y comienzo a caminar de nuevo. Siento las piernas pesadas y, aunque me apetece mucho descansar, sé que no quiero ir ya a mi triste casa para encontrarme a una Gin enfadada que no quiera ni mirarme.
Con ese pensamiento en mente, me dedico a dar una gran vuelta para hacer tiempo, paseando por el centro.
Tras media hora y, sintiendo que no puedo alargarlo más, me dirijo al apartamento. Una vez llego y abro la puerta, el terrible sonido del silencio llena mis oídos. Lo compruebo pero, efectivamente, no hay nadie.
Con el alivio en el cuerpo, abro la puerta de mi cuarto y me tiro en la litera, mirando el entretejido dibujo de maderas de la parte de abajo de la cama de mi hermana. Cerrando los ojos y estirando las piernas, intento descansar y, de paso, dormir. Pero nada más dejo vagar mi mente, todo lo sucedido durante estos dos días vuelve a pasar por mi cabeza.
Primero, el olor a quemado nada más levantarme; luego, Nacho durmiendo con Ginebra; de tercero, un día de clases agotador; y, por último, todo lo del plan de Zephir. ¿En serio espera que busque un chico para ser mi pareja en ese tonto juego? La verdad es que aún no entiendo sus razones. Y menos aún, que hago exactamente yo en ellas.
Con un gruñido, cansado de pensar en ello, me levanto y voy al escritorio a coger el ordenador. Vuelvo a calzarme, a coger las llaves y, con el portátil en una mochila, salgo de casa camino de la gran biblioteca del centro, cuyo último piso es el archivo público de la ciudad.
Con paso cansado, decido ir de nuevo andando, ya que es cerca del centro. Mientras camino, observo a la gente a mi alrededor, viendo parejas y familias allá donde mire. Hago una mueca y bajo la mirada, triste. Hace mucho tiempo que mi familia y yo no vamos juntos a algún lado.
Aún con la tristeza aumentando el nudo en el pecho que me acompaña desde la mañana, llego a la gran edificación.
La biblioteca local es uno de los edificios más grandes y cuidados de la ciudad, quizás porque la actual alcaldesa tiene un gran interés en la historia y la literatura. La gran puerta de madera, que va a juego con el estilo clásico del edificio, se encuentra en lo alto de unas enormes escaleras de mármol, parapetada por dos grandes columnas de piedra. En lo alto de la gran puerta doble, hay una inscripción que reza: Biblioteca Municipal de Lloivela.
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Sentimientos sempiternos
Teen FictionZephir es un chico al que le encantan las novelas románticas juveniles. Pero eso no significa que, en la vida real, esté dispuesto a formar parte de un triángulo amoroso donde: 1. No lleva las de ser la esquina beneficiada. 2. La c...