Guardó la carpeta en su auto y partió hacia casa de su mujer mientras pensaba en la paciencia que debía tener tomando en cuenta el carácter de Perséfone.
Si Lydia era un demonio Perséfone era la reina de ellos, explosiva e irracional cuando estaba enojada y más que eso era sumamente desconfiada, tal vez porque él siempre la ocultaba y acrecentaba sus inseguridades.
Condujo y aunque pensó en llevarle algo sabía que eso solo la haría enfurecer un poco más, así que solo condujo y una vez afuera de la casa se acercó sacando su llave para abrir la puerta.
Intentó meter la llave pero esta no entró, lo hizo de nuevo y luego otra vez y no pudo.
Lanzó una maldición al darse cuenta de que había cambiado la cerradura.
Tocó la puerta una y otra vez por más de 15 minutos pero nadie abrió así que furioso como estaba pateó la puerta hasta que la abrió sin importar que los vecinos se escandalizaran.
En cuanto estuvo dentro miró a su esposa sentada con los ojos llorosos.
Trató de guardar la calma antes de que se acercara a ella al verla ponerse de pie.
—Perse… —dijo pero fue silenciado por la bofetada de su esposa.
—¿Lo vas a negar? —preguntó furiosa y con la mirada encendida de coraje que tanto odiaba le dedicara a él—. Ni siquiera te importó y vienes hasta que te dá la gana esperando que te reciba sin más.
—No vine corriendo simple y sencillamente porque no hice nada —dijo apretando los dientes—. Si hubiera llegado detrás de tu madre habrías montado en cólera igual argumentando que la culpa me traía aquí. Vine ahora porque no hice nada.
—¿No hiciste nada? —preguntó plantándose frente a él—. ¿Ese beso no ocurrió? ¿Mi mamá miente? Anda, dime, ¿Mi mamá es una mentirosa? ¡Contesta con un puto carajo!
—No, no miente —dijo y si pensaba que no podía estar más enojada se equivocó.
—¡Largo de aquí! —dijo señalando al puerta—. Largo de aquí y no vuelvas jamás.
Comenzó a empujarlo con toda su fuerza aguantando las ganas de llorar antes de que Parker se girara para abrazarla pero estaba furiosa y cuando estaba así era imposible razonar con ella.
—¡Suéltame! —gritó tirando de ella sin poder controlarse.
—No fue así, deja que te cuente —dijo tratando de mantener la calma—. Sabía cómo se ponía y más después de lo del bebé. Perséfone parecía haberse perdido en los arranques de rabia.
—Cálmate por favor —dijo acercándose a ella pero de nuevo lo mandó al diablo—. Ella me besó.
—Pobrecito —dijo ella burlándose—. De esa mujer yo no tengo nada que decir simplemente porque seguramente no sabe ni que eres casado. No tengo nada que hablar de ella, pero tú, tú eres el único que me debe fidelidad a mí.
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DESHACER AL ÁNGEL. (El Club De Los Desterrados 4)
RomanceParker Walsh Welshmen ha escondido su identidad por diez años cultivando misterio y escepticismo a su alrededor, con el apodo del ángel y con una camaleónica personalidad, solo un puñado sabe en realidad su origen y su verdadero rostro. Con un amor...