Parker llamó a Perséfone para decirle que Max llevaría a Margot a su casa para que se quedara con ella, contándole lo que había pasado y el ataque que había tenido por parte del padrastro de Max.
Por supuesto no se negó aunque esa noche no podría verla.
Habían pasado tiempo y el necesitaba resolver muchas asuntos antes de perder irse, cada vez estaba más y más cerca pero había algo que lo tenía inquieto: el silencio.
Cairenn no buscaba al francés pero tampoco daba señales de nada, lo que significaba que se había olvidado de su petición de hacerlo un mercenario o lo había descubierto ya, cual fuera el caso no estaba dispuesto a arriesgarse y ya había comunicado a sus amigos todos y cada uno de los pasos a seguir.
Perséfone por su parte estaba inquieta, aunque no había vuelto a recibir la visita de nadie, lo cierto es que estaba intranquila.
Ya no iba a terapias dado que el médico se había insinuado más de una vez y peor aún le había dicho que podía salir aún cuando conocía que estaba casada. Por supuesto no le contó a su esposo para proteger la integridad del médico o bien sabía que Parker lo haría pedazos de enterarse de sus insinuaciones.
Salió de su habitación con pijama mientras su madre y su hermano descansaban.
Escuchó el sonido del timbre y se acercó a abrir.
Max la miró y le dio una media sonrisa antes de hablar.
—Hola —dijo saludando.
—Hola —respondió haciéndose a un lado para darles paso.
Se alejó un poco para darles privacidad.
Había dejado bebidas y galletas en cuanto le avisaron que llegarían.
Dejó a Max con ella en lo que arregló una habitación para que Margot pudiera dormir. Una vez volvió se sentó con ellos y le dijo que podía ponerse algo se su ropa y darse una ducha si le apetecía.
Max las vio platicar mientras miraba alrededor el lugar, nunca había entrado o no recordaba en ese momento, pero solo entonces se dio cuenta de lo que había en esa casa.
Las ventanas estaban cubiertas por protecciones en forma de cruz desde dentro de la casa y aunque por fuera parecían normales, por dentro podía verse claramente que ella vivía en una prisión en forma de casa.
Parker sin duda la tenía más encerrada que nada para protegerla.
Miró alrededor durante largo rato antes de ver hacia ellas. Perséfone le miraba y bajó la vista avergonzada unos segundos después.
Max solo se acercó y se sentó a su lado antes de verla y darle un beso en la frente en una clara muestra de que no pasaba nada.
Sus azules ojos se llenaron de lágrimas antes de mirar a Margot que veía de uno a otro sin comprender.
Se despidió de ambas y salió de ahí sabiendo que al menos estarían seguras.
Perséfone se sintió mejor después de eso. Nadie sabía, que de puertas para adentro su casa era una especie de prisión con esas protecciones y que seguramente las cosas empeorarían.
Se mantuvo bromeando con Margot una vez Max se fue y por un momento olvidó todo mientras disfrutaba la compañía de la chica que parecía no tener botón de apagado. Hablaron de la manera de conquistar a ese hombre.
—Se enoja porque tienes la atención en otro —dijo Perséfone como si fuera obvio—. Eso es porque a los hombres les enerva ver a otro hombre en donde creían tener el control, eso es parte de su naturaleza, Max no es la excepción. Y para mí no hay nada más divertido que ver a un macho alfa peleando con otro por la atención de una chica. Hay cierto grado de diversión en algo tan primitivo. Tú solo sigue estirando la cuerda, cuando se tense demasiado afloja el agarre, cuando esté demasiado suelta vuelve a sujetar fuerte, así es como funciona, Max se ha sentido siempre infalible en el arte de la conquista. Es hora de seducir poniendo más muros de los que quiere Trump a la frontera con México.
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DESHACER AL ÁNGEL. (El Club De Los Desterrados 4)
RomanceParker Walsh Welshmen ha escondido su identidad por diez años cultivando misterio y escepticismo a su alrededor, con el apodo del ángel y con una camaleónica personalidad, solo un puñado sabe en realidad su origen y su verdadero rostro. Con un amor...