—Ibrahim Hâbbar no pone un pie en este sitio —dijo furioso.
—Majestad —dijo uno de los hombres.
—¡Majestad, nada! —exclamó furioso—. Ninguna princesa va a poner un pie aquí.
—Es hombre, Majestad —respondió el hombre sin entender nada.
—Ya sé que es una hombre, amarrado pero hombre, aún así no pisa este lugar si yo no lo autorizo —dijo de forma pausada—. ¿Y que crees? No lo estoy autorizando.
—Perdone que le contradiga, pero el joven está a solo un par de meses de coronarse como el próximo rey de su nación. Su padre Ahmed Hâbbar lo hace partícipe de cada evento desde hace tiempo —dijo de forma ininterrumpida—. No podemos enviar una invitación excluyendo al príncipe heredero.
La puerta de abrió para dar paso a Perséfone que con ese aire de sabelotodo que adquiría cuando cruzaba la puerta hizo a todos los presentes ponerse de pie y tensarse sabiendo que nada enfadaba más al rey que un desaire o una grosería a su esposa.
Para nadie en la sala era un secreto que el actual rey podía ver caer el castillo en pedazos y no se inmutaría, a menos claro que su esposa estuviera dentro.
Perséfone caminó y casi se echa a reír al ver a todos seguirla con la mirada e incluso girar en dirección a ella conforme avanzaba.
Sonrió discretamente y se colocó al lado de su esposo que de inmediato sujetó su cintura.
—No voy a dar marcha atrás con eso —dijo Parker—. Ni siquiera sé por qué lo estamos discutiendo.
—¿El qué? —preguntó Perséfone.
Parker le dio una mirada que no la intimidó en absoluto.
—De la invitación al príncipe Ibrahim Hâbbar —dijo el hombre que recibió una mirada asesina de Parker haciendo que se removiera.
La sonrisa de Perséfone se acentuó y miró a su esposo.
—Bueno, si mi esposo ha dicho que no pues es no —dijo ella respaldando a Parker.
—No lo entiende, majestad, es…
—No quiero entenderlo, creo que no ha quedado claro que para bien o para mal, mi esposo es ahora el rey y el que decreta quién entra y quién no a su casa —dijo con seguridad—. Dijo que el príncipe no entra y asunto solucionado.
El hombre no dijo más al ver la postura de la reina que como siempre respaldaba al rey en absolutamente todo.
Desde que ambos estaban a cargo, no había una sola decisión que ella cuestionara o que restará autoridad, tanto como él la respaldaba a ella en cualquier toma de decisiones.
Los reyes parecían uno solo, ninguno jamás iba en contra del otro ni remaban a ningún otro lado.
Finalmente y rendido tachó el nombre del príncipe de la lista e hizo anotaciones para finalmente colocar a todos sus amigos que desde que el rey estaba en palacio pululaban por todos lados y en su opinión se metían y disponían del lugar como si fuera un negocio.
Parker sonrió y les hizo señas para que se retiraran, ellos lo hicieron y lo dejaron solo junto a la reina que apenas se quedó a solas con Parker.
—Yo quería que viviera —dijo divertida—. Estoy segura de que ninguno se querría perder el duelo de señoritas.
Parker sonrió a su esposa y la sujetó de la cintura.
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DESHACER AL ÁNGEL. (El Club De Los Desterrados 4)
RomanceParker Walsh Welshmen ha escondido su identidad por diez años cultivando misterio y escepticismo a su alrededor, con el apodo del ángel y con una camaleónica personalidad, solo un puñado sabe en realidad su origen y su verdadero rostro. Con un amor...