DESHACER AL ÁNGEL. (El Club De Los Desterrados 4)

Capítulo 64

Los siguientes días Parker mejoraba, aunque su ánimo no, pasaba la mayor parte del día dormido y cuando estaba despierto sonreía que todos sabían que le dolía la situación con su hermano quién no había vuelto a verle. 

    Llegaba al hospital pero nunca entraba a la habitación.

    Mientras tanto Perséfone lidiaba con el aviso constante de la prensa, pero un poco más animada de verlo mejorar, tan así que 17 días después Parker fue dado de alta. 

   Aún le costaba caminar, estaba débil pero era algo que palidecía ante la felicidad que sentía de verle en casa. 

    Sus amigos festejaron el hecho de tenerlo de vuelta. Maddox dijo que estaba hasta canoso de la preocupación y ahora le debía el tinte, Max dijo que necesitaba botox después de todo el drama de Parker, Melina dijo que quedó en bancarrota por los múltiples pañuelos, Chris dijo que ya era diabético e hipertenso después de aquello, Andrew dijo que esperaba una cirugía por la herida en la ceja y Hurs, Hurs solo dijo que quería pollo. 

    Perséfone sonrió al escucharlos a todos, era como si fueran unos niños quejándose. A Andrew lo conocía poco pero debía existir una razón poderosa por la que ellos no lo mencionaban y seguramente en su momento lo sabría. 

    Observó a los seis sentados en el piso mientras Parker descansaba en el sofá. 

—Que triste llegar a viejo y quedarte en la silla porque doblar las piernas ya es una acción titánica —dijo Max mirando a Parker.

     Este miró a su esposa con una sonrisa. 

—Así es como un rey tiene a sus lacayos, a sus pies —replicó un orgulloso Parker—. Max, limpia mi zapato.

    Sin darse cuenta Max miró el pie de Parker. 

—Estás descalzo —dijo. 

    Hurs rodó los ojos. 

—No dejen que Max dé el discurso de bienvenida —dijo Andrew—. Y tú. —Señaló a Max—, haznos un favor y trágate la lengua. 

    Maddox comenzó a reír al escuchar la naturalidad con la que volvían a estar juntos. 

    Parker agradeció a todos y prometió darles un hueso a cada uno cuando llegaran a casa aunque Andrew le devolvió la partida diciendo que era reina de primavera y así no se podía tomar en serio.

    Pasaron horas sentados comiendo y hablando, como muchas veces lo hicieron, solo que esta vez no estaba sentado con ellos en el piso. 

    Escuchó la puerta sonar y Perséfone abrió para recibir a la única persona que les ayudaba en el servicio. 

—¿Quién es? —preguntó Parker. 

—Tu hermano está aquí —dijo en tono seco. 

     El rostro de todos mutó a uno de desagrado pero ninguno se atrevió a decir nada y solo se levantaron cuando el personal volvía con Alfred. 

    Perséfone recibió una sonrisa de su esposo que era en realidad una petición para dejarlo solo con Alfred. 

—Espero estés mejor —dijo Alfred—. Lamento lo que hice y agradezco que no me delates. 

     Un silencio se formó entre ellos puesto que lo único que podía reprocharle era que haya matado a su nana y que delatará la existencia de Perséfone años atrás, quizás era lo que más le dolía pero sobre todo lo que le pesaría siempre. Ni siquiera pudo estar en el velorio de Stefanny y lo único que le consolaba era que sus cenizas estaban con él y que reposarían donde debían reposar.