Capítulo 20

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—Tienes los datos —dijo y la persona al otro lado de la línea. 

—Estoy justo frente a él —respondieron—. Te mando la ubicación y te espero aquí. 

    Colgó sin esperar respuesta de Parker y unos segundos después tenía la ubicación en el teléfono antes de que fuera hacia esa dirección. 

    Condujo con rapidez, tenía que ajustar cuentas y sacar información. 

    Se acercó hasta donde vio el auto de su informante. 

    El hombre salió del auto apenas lo vio llegar. 

—Me gustas más de rubio, contrasta con la belleza de mi hija —dijo haciendo que Parker sonriera. 

—Me temo que no puedo quedarme con Lydia —respondió y el hombre le miró con altanería—. Aunque muy guapa, creo que no hacemos buena pareja.

—No, haré de cuenta que no sé que eres casado —dijo y Parker echó a reír—. Si no te despedacé en la relación que tuvieron fue porque me caes bien aunque te pongas señorita y me sea difícil saber quién tenía los pantalones en la relación. 

    Parker volvió a reír. Suponía el tono ácido era una farsa, el papá de Lydia era así, siempre sarcástico y a él le agradaba, tal vez por eso Lydia era así, una mezcla de él y su revoltosa madre. 

—Siento no querer a su hija —dijo y Fredek Petrov colocó la vista sobre él—. Creo que merece un tipo mejor que yo. Mi corazón tiene dueña y será la misma siempre. 

    El hombre sonrió. 

—Creo que una vez un tipo quiso querer a otra porque su novia lo lastimaba, pero el problema es que el corazón quería sufrir y terminó casado con ella y con cuatro hijos —dijo sonriendo haciendo alusión a sí mismo—. No se puede obligar al corazón. Si esa chica es la tuya qué puedo hacer, está bien que sea todopoderoso pero quiero a mi hija feliz y nunca lo harás porque tú esposa estará en medio de forma indirecta. Así son esas mujeres, llegan a arrebatarle al corazón y uno todo inocente termina en sus garras. 

—Sin duda —dijo Parker—. Yo no puedo salir de las garras de Perséfone, es una bruja. 

—Puff, dímelo a mí —dijo con fastidio—. Llevo sometido a la misma mujer más de 30 años —dijo y Parker sonrió divertido. 

—Me gusta vivir sometido —dijo Parker—. De hecho me gusta mucho, me gusta depender de ella. 

—Hombre, no lo digas tan fuerte que seguramente que hasta el aire es su lacayo y terminan llevándoles información —dijo y sonrió—. Me alegra que no temas admitir que estás enamorado. No hay nada más idiota que un hombre haciéndose el machito. Estoy deseando ver al que se haga con mi angelito. Espero sea digno de ella. 

—Angelito —dijo Parker—. No sé si estoy seguro de que sea un angelito. 

—Yo tampoco pero temo contradecir a su madre —dijo con indiferencia—. Ya sabes cómo se ponen. 

—No tengo dudas —dijo Parker—. La señora Petrova parece vivir en constante estrés. 

—Parece vivir en la eterna menopausia —dijo Petrov. 

—Las cosas como son —dijo Parker.

    Sonrieron mientras esperaban y mientras Parker le contaba a Fredek Petrov lo que pasaba, al menos a grandes rasgos, en la oscuridad. Hablaron hasta verlo salir del lugar algo ebrio. 

—Me alegra que estuviera por estos lares —dijo sabiendo que vivía en Liverpool. 

—Mi nena está por aquí y estoy haciendo unas investigaciones —dijo con inocencia que no engañaba a Parker—. Cuando me escribiste buscando un contacto con urgencia decidí hacerlo, me gusta la acción.  

DESHACER AL ÁNGEL. (El Club De Los Desterrados 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora