7- Como si nada

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Cómo era de esperarse las reacciones de cada uno habían sido las predecibles.

Guzmán enceguecido de rabia intentó saltar sobre Polo para molerlo a golpes.

Samuel que no cabía en sí de la sorpresa, logró afirmar a Guzmán, aunque las ganas de ayudarle a su nuevo amigo a pegarle estaban por ganarle.

Lucrecia quedó sin palabras, pero también sabía que el dinero compraba todo, incluso la inocencia.

Cayetana sonrió, satisfecha de ver a su querido Polo volviendo al lugar donde pertenencia.

Ander se sintió mareado y a punto de vomitar. Como si estuviera viviendo una bajada rápida en ascensor. Su madre se lo había comentado y por ese motivo no había podido salir la noche anterior. Había estado shockeado pensando cómo reaccionaría al verlo.

Carla por otro lado, recuperó inmediatamente la compostura e intentó quedarse lo más atrás posible. Fuera del alcance de él.

Rápidamente apareció Pablo y la directora a poner un poco de orden. Debido a los gritos y descontrol de Guzmán, entre ambos se lo llevaron a una oficina.

Polo siguió avanzando como si nada pasará. Vio en su paso a Ander que tenía rostro complicado y se lamentó por todo lo que sufría. Lo quería mucho, pero también se sentía dolido, durante todos esos días jamás le había mandado un mensaje para preguntarle cómo estaba, ni tampoco le había respondido el que él le había mandado cuando volvió a su casa después de la comisaría.

Ni siquiera se detuvo en Samuel. Para él no era más que un repartidor insignificante, al cual le tenía mucho rencor guardado, pero no quería gastar ninguna energía en él por ese momento.

Ya había visto a Cayetana esperándolo en la entrada de la sala y eso fue suficiente para hacerlo sonreír. Agradecía infinitamente el apoyo y cariño de ella.

Pero a quien buscaba, aunque no quería que se notara era a otra persona. No había noche ni momento del día en que no se le apareciera en la cabeza. Carla era quien repletaba su mente. No lograba sacársela de la cabeza. La odiaba, la amaba, la necesitaba, a la vez que no la quería ver. Así de opuestas eran las emociones que ella le despertaba.

Así que cuando la logró visualizar, con esa actitud indiferente, pero con una chispa de desconcierto en sus ojos, incluso de cierto temor, se sintió dolido, pero satisfecho a la vez.

Avanzó tres pasos mirándola fijamente. Cómo siempre Carla le sostuvo la mirada. La conocía y sabía que jamás se mostraría débil ante alguien, menos frente a él.

Tenían una cuenta pendiente. Pero ya llegaría el momento para eso. Lo que más le importaba a Polo era demostrarle a todos que él no era culpable. Debía volver a su rutina diaria como si nada, o por lo menos eso le había aconsejado su abogado.

Agradecía a las pastillas la fortaleza que le daban para estar ahí, recibiendo miradas acusadoras, asustadas y curiosas y él en control de su cuerpo.

Se acercó a Cayetana y le besó la comisura de los labios, mientras ella lo envolvía en un abrazo.

-Pues vaya con este tío- le indicó Rebeka a Samuel, para sacarlo del estado en que estaba.

-Es que es para no creérselo, como va a regresar así sin más- se incluyó Lucrecia. Ante la mirada desconcertada de Rebeka.

-Esto debe tener una explicación- intentó pronunciar Samuel lo más claro posible.

Y aunque intentó evitarlo, porque estaba muy dolido con Carla, la buscó de reojo y la vio cautelosa, dudando si entrar al salón donde se encontraba Polo o nuevamente desaparecer de Las Encinas.

Nunca me has tenidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora