40- Exceso

2.7K 112 15
                                    

Pablo empezó la tutoría sin poder evitar mirar de reojo a Lucrecia que parecía no tomarlo en cuenta como lo había echo en casi todas las clases y eso le llamaba la atención. Ya se había acostumbrado a ser cuestionado en cada lección por ella, pidiendo explicaciones o haciendo algún comentario mordaz.

Lucrecia se había quedado ensimismada viendo la invitación de Valerio a una nueva fiesta aquella misma noche. Rodó los ojos al ver que no cambiaba y que su futuro seguía siendo ir de rumba en rumba hasta que algo le pasara.

Se pasó toda la clase perdida en sus pensamientos, enojada consigo misma por seguir preocupándose de Valerio. Ella tenía claro que a él no le importaba, ya no se hablaban en casa, sobre todo porque él pasaba de ella incluso cuando le lanzaba algún comentario mordaz, haciéndose el hijo pródigo y que retomaba el buen camino frente a su padre.

-¿Lucrecia?- la llamó Pablo cuando ya la clase había terminado y los estudiantes se iban, pero ella seguía en otro mundo.

-¿Si?- preguntó retomando su postura habitual.

-¿Todo bien?- volvió a preguntar preocupado.

-Si- respondió Lucrecia tratando de sonreír.

-Si necesitas conversar sabes que puedo ser un buen oyente- se ofreció él.

Justo en ese momento ya se habían ido todos los demás estudiantes, solo quedaban Lucrecia y Pablo.

Lu lo miraba agradecida, y a la vez, satisfecha de la atención que estaba recibiendo por parte de él.

-Los demás creen que por ser guapa, adinerada e inteligente no tengo problemas. Tú no piensas así- confesó Lu.

Pablo trató de ocultar la sonrisa que le provocó que Lucrecia usara esas las palabras para autodescribirse.

-Todos tienen problemas, Lu- concordó el tutor.

Lucrecia no pudo evitar darse cuenta que había usado su diminutivo en vez de su nombre completo como siempre lo había echo y se sintió aún más cerca de su objetivo.

-A veces pareciera que aquí todo es perfecto, pero en realidad solo sabemos fingir mejor que otros- siguió diciendo Lu acercándose un poco más al tutor que la escuchaba atentamente y no parecía incómodo con la cercanía.

-Es un mecanismo de defensa... nos ayuda a protegernos- le indicó el profesor de manera cálida y comprensiva.

-¿Tú finges algo?- preguntó Lucrecia interesada.

-Todos fingimos, algunos más que otros- respondió él.

-¿Qué podrías fingir tu? los profesores son modelos de rectitud- se burló ella con una sonrisa coqueta.

Pablo lanzó una pequeña carcajada

-Finjo interés en las reuniones sobre presupuesto de papelería para el trimestre- confesó siguiéndole el juego.

Estaban bastante cerca, Pablo no había mantenido las distancias como otras veces, mientras que Lucrecia disfrutaba la atmósfera de complicidad que se estaba formando.

-Yo finjo que no me interesa alguien, cuando en realidad solo quisiera besarlo- lanzó Lu de manera pausada y seductora.

Pablo la miró confuso, pero sin moverse, lo que fue la señal para Lucrecia de acercarse sin miedo y se atrevió a darle un beso. Él no reaccionó de manera inmediata, dejó que sus labios se juntaran con los de su alumna varios segundos. Hasta que el peso de la conciencia le gritó que se alejara.

Nunca me has tenidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora