Nunca me has tenido

26- Malestar

Cuando Carla lo vió llegar a la mañana siguiente debió contener con todas sus fuerzas las ganas de acercarse y abrazarlo. Tenía la mejilla magullada, el ojo en tinta e inflamado y en su caminar se notaba un poco el malestar.

Samuel la había calmado por teléfono la noche anterior repitiéndole que no había sido más que un granuja que lo había asaltado. Pero ella estaba nerviosa y dudosa. Había sido una coincidencia muy particular.

Carla no dejó de mirar mientras Guzmán, Rebeka y Nadia se acercaban a escuchar la historia y se compadecían de él, para después tratar de levantarle el ánimo.

-¿Qué no te he dado yo unas buenas lecciones de boxeo? Espero que el otro haya quedado peor que tú- le bromeó Rebeka provocando que Samuel sonriera.

Carla apartó la vista y se encontró con la de Nadia que la miraba de reojo. Carla trató de buscar algo que hacer.

Encontraba tan injusto que no pudiera demostrarle su preocupación. Fingir como si no le importara lo mal que se veía Samuel, y dejar que otros lo hicieran, especialmente Rebeka, que no dejaba de tocarle las magulladuras, la molestaba aún más. Cuando volvió a ver como la chica le seguía hablando y bromeando muy cerca de él no aguantó otro segundo. Se levantó de su asiento, sin mirarlos y al pasar por su lado le dio un choque con el hombro a Rebeka y salió pronta del salón.

-¿Pero que le pasa a esta tía?- gritó Rebeka sorprendida y enojada.

Samuel se quedó mirando como Carla salía del salón enojada. Su primer instinto fue seguirla, pero la mano imperceptible de Nadia lo detuvo.

Rebeka seguía sulfurada lanzando insultos a la Marquecita por el empuje que le había dado.

Nadia movió la cabeza negativamente a Samuel que seguía con intenciones de perseguir a Carla. Él necesitaba saber que le había pasado, pero al ver a su amiga entendió, muy a su pesar, que aquello era arriesgado. Era delatarse frente a sus amigos.

-Ya se la voy a cobrar- sentenció Rebeka enojada.

Se sentaron cuando ingresó el profesor de matemáticas, Samuel quedó aún más preocupado porque Carla no había retornado.

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Carla estaba en un pasillo, apoyada sobre las taquillas, tenía el móvil en la mano, estaba completamente alterada, aunque trataba de no mostrarlo. La duda de que aquella golpiza hubiera sido intencionada apenas la había dejado dormir, y comprobar con sus ojos como había quedado no la había calmado. Quería escribirle a su padre, preguntarle directamente si él había sido el responsable, pero acusarlo nuevamente sin pruebas era ponerse en una situación arriesgada.

-¿Has sido tú?- tenia escrito en el chat con su padre. Aún evaluando apretar el botón enviar.

No dejaba de recordar lo que le había pasado a Christian y cómo su papá había reaccionado. No podía cometer el mismo error.

No tenía pruebas, había sido un supuesto asalto, pero tampoco tenía dudas, podía ser un mensaje para ella. Lo había desafiado y Samuel había recibido su castigo. Esa certeza le dolió en el corazón: Ahora debía actuar con mayor frialdad ante el mundo con respecto a Samuel.

-¿Qué haces fuera de clases?- la sobresaltó la voz de su tutor que la miraba preocupado.

-No me sentía muy bien- respondió Carla guardando su móvil.

Pablo analizó la situación por unos segundos, para comprobar si lo que la estudiante le decía tenía algo de realidad o estaba evadiendo clases como había sido lo habitual cuando recién la había conocido.