Un rayo de sol le iluminó la cara a Carla sacándola del profundo sueño en el que estaba. Trató de abrir los ojos aunque la pesadez y retumbe en su cabeza le impidió hacerlo de inmediato. Intentó buscar la razón de aquel malestar y las imágenes borrosas de la fiesta comenzaron a llenarla. Se sentó de golpe en la cama y se sintió perdida al ver que aquel lugar no era su casa. Por un segundo no tuvo respuesta hasta que la respiración pausada de quien se encontraba a su lado le llamó la atención.
Miró a Samuel que dormía boca abajo con la ropa aún puesta y extrañamente se sintió aliviada, estaba con él y no con alguien más. A cada segundo que pasaba, su memoria se iluminaba con más claridad. Comenzó a recordar por qué había ido a la fiesta, el ofrecimiento de Valerio, la energía que sintió, todo lo que bailó, pero también comenzó a recordar lo que había pasado en el baño. Las palabras y actitud de Polo, como Samuel había entrado a defenderla y por último como la había ayudado cuando perdió el control de su cuerpo y no pudo irse a casa por si misma.
La imagen tan pacifica de Samuel durmiendo, le provocó algo que jamás había sentido por otra persona, una ternura y calidez tan intensa, que no pudo controlar y un nudo se le formó en la garganta. No sabía si lo que quería era llorar o reír. Despertarlo o dejarlo dormir.
Se sintió afortunada de que él la hubiera encontrado, de tenerlo a su lado en ese mismo instante. Sin embargo eso rápidamente se vio enturbiado cuando comprendió que todo lo bueno que podía significar Samuel, estaba prohibido para ella. Porque no se merecía a alguien así. Menos con la amenaza de su padre y de Polo y de todos quienes verían con malos ojos lo que pudiera surgir entre ellos.
Eso que tenían, que no sabía definir, había nacido condenado al fracaso y aquella verdad le resultaba tremendamente dolorosa e injusta.
Sintió un ahogo tremendo, no quería verlo, porque sabía que no se podría resistir. Ya había cometido el error de besarlo en el hospital después de aquella disculpa por el juego de la desaparición.
Sabía que en la situación en la que estaban: solos. Y lugar en el que encontraban: la cama de Samuel, los podría llevar a hacer algo más que un beso. Si había algo que Carla llevaba ansiando por días era follar con Samuel. No dejaba de pensar en él, y lo peor era que no quería hacerlo con nadie más.
Todas aquellas ideas que rondaban en la cabeza de Carla le hicieron entender que el mejor camino era salir de ahí lo antes posible. Antes de que él despertara y tuviera que enfrentarlo.
¿Qué le diría? ¿Qué haría Samuel? ¿Y si él no quería lo mismo?
Se levantó con el mayor de los cuidados para no generar ni un solo ruido. Tomó sus tacones con la mano y se dirigió hacia la puerta de la habitación. Le dirigió una última mirada y salió sigilosamente para buscar su cartera y marcharse como si nunca hubiera pasado la noche con él.
-Y sólo dormimos- se dijo a sí misma sorprendida de aquel hecho.
Buscó su bolsa en el sofá, pero no la encontró. Se quedó parada a medio lugar pensando donde la habría dejado la noche anterior, pero no tenía ni un recuerdo de aquello.
-¿Buscas esto?- le dijo una voz que la sobresaltó.
Miró hacia la cocina, lugar de donde provenía la voz y vio a la madre de Samuel salir con su cartera en una mano y un tazón humeante en la otra.
Sintió una oleada de vergüenza.
-Si, gracias- murmuró Carla mientras dudaba que hacer.
Pilar notó el estado de la chica y se acercó para entregarle el bolso que le pertenecía.

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Nunca me has tenido
Hayran KurguSamuel y Carla jugaron con fuego. Él para descubrir la verdad, ella para mantenerlo alejado de esta. Pero ¿qué pasa cuando se traspasa la línea de juego y se transforma en algo más? ¿Qué pasa cuando la traición y el dolor te aleja de quien quieres...