58- Apoyos

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Carla y Samuel permanecían uno al lado del otro viendo por la ventana cómo comenzaba un nuevo día en aquella pequeña ciudad. El cielo estaba despejado como si nada hubiera pasado, ni una sola nube quedaba como rastro de la tormenta que los había azotado el día anterior, aunque para ambos aquella noche había dejado una huella imborrable en sus corazones.

Como la mayoría de las personas, los dos detestaban los hospitales, pero en esos momentos se sentían como en una burbuja, estaban ellos dos solos, por fin después de tanto tiempo separados, intentando no pensar en lo que ocurría afuera. Carla había comido algo más de la mitad y eso hizo sonreír victorioso a Samuel que ahora se dedicaba a surcar trazos en el brazo de ella como una caricia involuntaria después de que se hubiera visto obligado a comer el resto de desayuno que había quedado.

-¿Quienes saben lo que ha sucedido?- preguntó de pronto Carla rompiendo el silencio en el que estaban.

-No te preocupes por eso- le trató de decir Samuel, para que no se agobiara.

Pues conociéndola, con el hermetismo que solía mostrar en algunos temas, sospechaba que no le sería grato saber la verdad.

-Necesito saber... quiero estar preparada-murmuró Carla intentando acomodarse para quedarse viéndolo.

-Nadie te juzgará ni es algo para tener vergüenza- le quiso hacer saber él.

La expresión de Carla era una mezcla entre disconformidad y agobio. Estaba a punto de replicarle mientras le daba una mirada de pies a cabeza, cuando se percató en las condiciones que estaba.

-¡Joder! Estás hecho un desastre- exclamó.

-Es la ropa que llevaba ayer- indicó él un poco avergonzado.

Carla sintió una extraña aflicción al ver la mancha de sangre que se lograba diferenciar en una parte de la ropa de Samuel y supo inmediatamente de dónde provenía.

Iba a decirle algo, cuando el golpe en la puerta de la habitación los sobresaltó a ambos.

-¿Se puede?- preguntó la voz de Lucrecia que hacía ingreso a la habitación cautelosamente.

-¿Lu.... qué haces aquí?- preguntó Carla sorprendida de verla a esa hora.

-He venido a asegurarme que estás bien en este lugar- le dijo acercándose más a ella.

Samuel se fastidió por la interrupción de la mexicana y la expresión en su rostro fue evidente para ambas chicas.

-Guzmán y Nadia te esperan afuera, te han traído un cambio para que dejes de parecer un Homeless- le dijo Lucrecia a Samuel usando un tono menos despectivo que el que habitualmente solía ocupar con él.

Samuel iba a protestar, ya que no pensaba salir de ahí, pero Carla se le adelantó.

-Ve, aprovecha de cambiarte de ropa y te haría bien que comieras algo más de lo poco que me aceptaste de esta insípida comida de hospital- le pidió Carla alentándolo a cuidar de sí mismo.

-No pienso dejarte sola- exclamó Samuel cruzándose de brazos.

-Que no estará sola, estará conmigo y la cuidaré mejor que cualquiera- le indicó Lucrecia con orgullo.

Samuel le iba a responderle, pero se detuvo al ver la silenciosa petición de Carla. Asintió de mala gana y se acercó a darle un beso en la frente.

-Vuelvo enseguida- le prometió.

-No me iré a ningún lado- respondió ella un poco más distendida.

Samuel antes de salir se quedó mirando a Lucrecia desafiándola sin miedo.

Nunca me has tenidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora