3- Hasta el fondo

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Samuel veía a Guzmán en llamas y a Carla colocándose su máscara de fortaleza. Aquella que había él le había logrado sacar, pero que ahora parecía que volvía a usar con más fuerzas que antes.

Ante la inminente guerra que se podía dar entre Guzmán y Carla, Samuel trató de intervenir lo más pronto posible. Afirmó del brazo a su nuevo amigo, para calmarlo y hacerle ver las cosas con perspectiva. Pero Guzmán no era fácil de tratar, especialmente en ese estado.

El hermano de Marina iba a volver a la carga cuando el ingreso de la directora al aula los hizo a todos buscar sus asientos.

Guzmán miró por última vez a Carla con desdén y pasó a sentarse, mientras Samuel al pasar al lado de ella trató de decirle algo, no tenía idea qué, pero no quería ni podía quedarse en silencio.

Sin embargo Carla rápidamente le volteó la cara para no tener que mirarlo. Sabía que si lo miraba podía traicionarse o decir algo que tirara todo aún más por la borda. Así que decidió que lo mejor era mantenerse alejada de él. Y para Samuel aquello fue un golpe directo, que le dolió profundamente, a la vez que lo hizo sentirse enfadado.

Carla trató de buscar un asiento lo más rápido posible con su mirada, atrás estaba Rebeka, esperando a Samuel. Ante esto no pudo evitar que se le saliera una mueca de disconformidad, que borró lo más pronto que pudo. Luego estaba Lucrecia, pero con ella ya no tenía oportunidad de sentarse, y tampoco lo quería, especialmente después del recibimiento a su llegada. Cayetana estaba con otra chica mirando como si todo fuera un espectáculo para su entretenimiento. Guzmán estaba con Nadia, aunque apenas se miraban y se percibía la tensión entre ellos.

No quedaban más asientos disponibles que el de la primera fila al centro. Justo al lado de Ander, que parecía absorto en sus pensamientos. Carla dudó si debía sentarse con él. No sabía en qué términos estaban. Eran amigos, no los más cercanos, pero habían compartido momentos, fiestas y conversaciones casuales casi a diario. Además sabía que él sentía gran culpa por no haber actuado antes.

Frente a eso, Carla no dejaba de preguntarse cómo la percibía a ella por todo lo ocurrido. ¿La culpaba? ¿Sentía rechazó o rabia contra ella? ¿O simplemente le era indiferente?. No sabía que pensar o que hacer cuando la directora exigió silencio y atención de todos.

Se apresuró a tomar aquella silla desocupada, sin darle más vueltas al asunto. Si Ander no quería su compañía, debería aguantarse, por lo menos por ese instante.

Ander ni siquiera se volteó a verla, solo seguía ensimismado trazando rayas en una hoja en blanco. Cuando la sintió ubicarse a su lado, sólo sintió más culpa. Trató de enojarse con ella. Sabía que había sido su idea la de ocultar todo. Polo no tenía esa cabeza fría para haber planeado todo. Sin embargo ella no la había matado. Solo había buscado una solución para salvar a alguien a quien quería mucho.

Si bien sabía que Carla y Polo en ese entonces no estaban juntos, y ella siempre se había mostrado fría y sin muchos sentimientos, la conocía. Ander tenía la habilidad de reconocer lo bueno en los otros y lo bueno de Carla era su lealtad hacia los suyos.

"Pero terminó entregándolo" se dijo a sí mismo.

Culpándose por las pocas agallas que había tenido. Debió haber presionado más a Polo para que se entregara en el momento en que le había confesado el crimen.

Ambos eran sus mejores amigos, sin embargo había optado por ser cómplice de un asesinato en vez de acabar con el sufrimiento de su otro gran amigo, quien había perdido a su hermana, y de paso haber ayudado a Nano, un inocente que estaba pagando la culpa.

"¿Por qué no lo hice?" se cuestionaba mentalmente Ander una y otra vez.
¿Por qué había decidido callar todo aquello? No lo sabía, tenía miedo de ahondar aquel sentimiento que lo había llevado a proteger a uno sobre otro.
Pero no quería pensar más, las jaquecas llevaban torturándolo por semanas.

Nunca me has tenidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora