¿Puedes borrar lo que hiciste?

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POV NATALIA

Estaba en casa sin hacer nada, como últimamente la verdad. Toda la tarde tirada en la cama. De repente me sonó el móvil.

- Hola Mari.

- Hola Natalia, ¿qué haces?

- Literalmente nada.

- Pues vente a casa anda, así me haces compañía, intentaba estudiar pero no me apetece...

- Puff... - dije en signo de agotamiento - está bien, voy a para allá.

Un rato después llegué a casa de María y las dos nos sentamos en el sofá a hablar un poco de todo, menos de Alba. No sacó el tema y lo agradecí. Bastante tenía con hablarlo sola conmigo misma a todas horas. Al rato de estar allí llamaron a la puerta y María se levantó rápido a abrir. Tardaba bastante en volver así que me asomé para ver si pasaba algo, pero justo cuando llegaba al pasillo apareció ella con la última persona que esperaba ver. Alba. Me paré en seco y ella igual. No tenía buena cara. Estaba más pálida de lo habitual, tenía ojeras, el pelo deshecho - aunque eso siempre me encantó - parecía más delgada y sus ojos no brillaban, ni un poquito.

- Da igual, volveré en otro momento - dijo de repente nada más verme.

- No importa, me voy yo - me apresuré a decir.

- A ver calmaros, Alba viene a por unos apuntes, solo tengo que ir un momento a por ellos, será un minuto.

Y así, me quedé a solas con Alba en casa de María. Las dos quietas, sin hablarnos, sin mirarnos... joder, me moriría por cogerla en brazos y preguntarla qué quiere que haga. Lo que sea. La veía tan triste que se me rompía el alma, aunque supuse que mi aspecto también sería bastante malo.

- Te veo bien - dije mirándola, solo por romper el horrible silencio que se había creado entre las dos, aunque no fuera verdad.

- No es verdad - levantó la mirada y fijó sus ojos en los míos - no estoy bien.

- Yo tampoco - no pude evitar decir y nos quedamos mirándonos hasta que apareció María.

- Toma Alba - le alargó la mano pero Alba no respondió, solo me miraba y yo a ella. María nos miró como si fuera un partido de tenis - esto... voy a bajar a comprar... sal. No hay sal - dijo saliendo por la puerta y Alba y yo seguíamos como dos estatuas.

Alba nunca se callaba, siempre estaba hablando, siempre tenía algo que decir... no pude evitar pensar que si no decía nada es porque estaba demasiado cansada para palabras, y me dolía verla así.

- ¿Qué tal estás? - le dije aún sabiendo la respuesta.

- No estoy bien, te lo he dicho antes.

- Alba - me acerqué a ella - yo sigo aquí. Si me necesitas, para lo que sea.

- ¿Para lo que sea? - asentí - ¿Puedes borrar lo que hiciste? ¿Puedes volver a hacer que confíe en ti?

- No puedo borrar lo que hice, pero puedo intentar que vuelvas a confiar en mi. No me gusta verte tan... débil.

- No lo soy. No sabes la de veces que he tenido que salir por ahí con una sonrisa que no era mía desde que rompimos. Eso no es de ser débil.

- No he dicho que lo seas, solo que te veo débil...

- ¿Y cómo se supone que tengo que estar? Si la única persona que realmente puede ayudarme es la que me está causando esa debilidad... me solaste, al vacío, después de hacer que tu misma fueras el único agarre. ¿Sabes lo que duele eso? - yo no la solté.

Todo lo que te quitaron // ALBALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora