POV NATALIA
Sentada en la cama, sobre mis rodillas, mientras bebía de una taza de café, tenía las mejores vistas del mundo. Y no, no eran las que había a través de la ventana del hotel, era Alba, sentada a lo indio en frente de mi, envuelta en un albornoz blanco, con el pelo todavía mojado, dándole mordisquitos a un croissant mientras se reía a carcajadas con los stories que había subido María de la fiesta de fin de año.
- Eres preciosa - dije sin dejar de mirarla y levantó la mirada hasta cruzarla con la mía.
- Naaaaaaaat - dijo dejando caer su móvil y el croissant sobre la cama y acercándose para abrazarme - siempre me haces ponerme roja.
- Me encanta tu dualidad - le dije riéndome.
- ¿Qué dualidad? - me dijo separándose para mirarme.
- Pues la tuya, Alba Reche. Parece mentira que la niña dulce, risueña, tímida y adorable que tengo ahora mismo en frente, que se pone roja porque le diga que es preciosa, sea la misma que ayer me hizo correrme 4 veces - se rió a carcajadas.
- Así soy yo - dijo moviendo la cabeza.
- Y no cambies nunca - sonreí.
- Tú tampoco - me besó.
Al rato nos levantamos y nos empezamos a vestir. Bueno, a vestirme. Porque Alba decidió montarse un musical, peine en mano, aún con el albornoz, por toda la habitación. Y entonces me descubro, con otro peine en la mano, cantando a grito pelado junto a ella Magia y Efectos Especiales, de IZAL. Salíamos media hora más tarde de lo que teníamos pensado, pero qué importaba, en Alaska eran 4 horas menos.
Nueva York estaba siendo un sueño. Estábamos disfrutando muchísimo, como unas niñas. Ninguna había estado nunca, y descubrir todo de la mano de Alba era diferente. Era especial. Era mejor. El último día que teníamos en Nueva York fuimos a Brooklyn, en sus calles se respiraba un aire muy diferente al de Manhattan. La gente iba algo más calmada, las cafeterías, librerías y tiendas se fundían con el paisaje de edificios de ladrillo y las vistas al otro lado del río eran impresionantes. Al atardecer, nos acercamos al Brooklyn Promenade, sitio que nos recomendaron para ver las mejores vistas de Manhattan. Nos acomodamos en un banquito, justo frente al río, y nos quedamos disfrutando del momento. Las luces del cielo se iban transformando en tonos rosas, naranjas y rojizos, mientras las millones de ventanas de los enormes rascacielos de Nueva York se iluminaban, creando un ambiente mágico. Hacía un frío que pelaba, pero no me habría perdido aquel momento por nada del mundo.
- Jo qué pasada - dije yo admirando el paisaje y Alba pasó sus manos al rededor de mi para acercarse - ¿tienes frío bebé? - asintió - ven
- la apreté contra mi y froté sus brazos con fuerza para hacerla entrar en calor - ¿mejor? - me miró sin cambiar su posición.- Si, mejor - sonrió.
- Me alegro - agaché un poco la cabeza y la besé.
- Esto es increíble Nat, no se cómo agradecértelo en serio.
- No tienes que agradecerme nada Albi.
- Tengo que agradecerte tantas cosas que no acabaría en la vida - se rió. Daba igual el frío que hiciera, si Alba se reía de esa forma, el mundo entero ardía.
- Eres tontísima.
- Esa frase es mía. Tramposa - me sonrió - oye Nat.
- Aha.
- Que es en serio. Muchísimas gracias. Este regalo es el mejor que me han hecho en la vida. Ha sido increíble, no quiero que acabe nunca - me apretó más fuerte.
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Todo lo que te quitaron // ALBALIA
FanfictionAlba perdió su capacidad de relacionarse de manera normal hace 2 años. Natalia solo quiere divertirse y pasárselo bien. Alba y Natalia se conocen y no se caen bien precisamente. Sin embargo, no tardarán mucho tiempo en darse cuenta de lo que se nec...