Ya me he dado cuenta

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POV ALBA

Natalia me acomodó sobre sus piernas lentamente, mientras acariciaba mis brazos de arriba a abajo y dejaba besos en mi cuello. Sus manos se trasladaron a mi espalda y yo recordé la primera vez que me acarició la zona, entré en pánico con un simple roce, ahora sus caricias sobre esa parte de mi cuerpo me hacían sentir en casa. Empezó a besar mis labios, a lamerlos con delicadeza y a morderlos sutimente. Su mano fue bajando lentamente por mi torso y mi abdomen, provocando que se me erizara la piel al paso de sus dedos. No dejaba de besarme en ningún momento. Su mano se coló por dentro de mis bragas y empezó a acariciar mi bajo vientre con cuidado mientras sus ojos se clavaron en los míos, buscando una aprobación que mi sonrisa no tardó en darle. Su mano bajó letamente hasta posarse sobre mi centro, apenas sin moverse. A los pocos segundos empezó a deslizar uno de sus dedos por mi hendidura y yo suspiré.

- Shhh - dijo ella en mi oído - soy yo Albi - la miré a los ojos. Era ella - solo soy yo ¿vale? - yo solo la sonreí y ella empezó a besarme mientras su dedo seguía viajando por mi entrepierna, provocandome un calor inexplicable en todo el cuerpo y haciendo que suspiros y gemidos se escaparan de entre mis dientes.

- Sigue Nat... - pedí con prisa moviendo la cadera.

- Con calma Albi. No hay prisa - Natalia era la persona con más paciencia del mundo, eso seguro.

- Es que quiero que lo hagas.

- Y lo voy a hacer, ansiosa - dijo riéndose - pero poco a poco.

- Vale... - admití dolorosamente.

Después de un rato más acariciándome se deshizo de mis bragas en un gesto rápido y hábil, haciendo que quedara tumbada en la cama y ella se puso sobre mi cuerpo.

- Hola - dijo sonriendo.

- Hola... - suspiré yo.

- ¿Quieres que siga?

- Si por favor... quiero que sigas.

Ella solo sonrió. Me miró los labios antes de lanzarse a por ellos y de que su mano volviera a pasearse por mis pliegues. Haciendo que cada vez mi excitación fuera mayor.

- Tranquila Alba - dijo mientras introducía dos de sus dedos en mi interior y yo eché la cabeza hacia atrás - muy bien... - dijo ella mientras me embestía con cuidado y delicadeza, curvando los dedos en mi interior.

- Dios... - gemí yo mordiéndome el labio.

Sus embestidas subían de intensidad con cada golpe, y yo quería sentir ese placer inmenso que se siente cuando explotas, cuando ya no puedes más y te deshaces... pero no sabía cómo iba a conseguirlo.

- Nat... - le dije llamando su atención y ella me miró.

- Dime - dijo parando pero sin sacar sus dedos de mi.

- No, no. No pares, sigue - y eso hizo - quiero ¡ahh!... joder... quiero que hagas que me corra Nat... - me miró abriendo los ojos - por favor... - supliqué.

Me besó de una forma más agresiva de la habitual antes de seguir con sus embestidas. Y poco a poco trasladó sus besos a mi cuello, mis clavículas, mis hombros... llegó a mi pecho y apresó con sus labios uno de mis pezones. Dejó besos por todo mi abdomen y de repente noté como sus labios se acercaban a mi entrepierna. Le agarré la cara con las dos manos y la subí hacia mi de nuevo.

- ¡NO! - grité.

- Joder perdón Alba... yo, lo siento ¿estás bien?

- No, no. Osea si. Estoy bien. No es eso, es que... no quiero que hagas eso.

Todo lo que te quitaron // ALBALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora