Enséñame Pamplona

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POV ALBA

Al despertarme seguía abrazada a Natalia, pero estábamos de frente, no como nos dormimos anoche. Pasé mis dedos por su pelo colocándoselo detrás de la oreja. Tenía los ojos hinchados. Se los acaricié suavemente y movió los párpados levemente. Hasta dormida se le notaba que estaba triste. Mi niña pequeña. Sonreí con algo de pena, por haber discutido con ella ayer, aunque ni siquiera sabía si aquello podía considerarse una discusión. Me dolía, me dolía muchísimo estar mal con Natalia. No podía soportarlo. Y me dolía muchísimo más saber que ella pensaba que iba a hacerme daño en algún momento y que pensara que lo mejor sería alejarme. Me había dolido muchísimo su actitud conmigo el día anterior, pero no iba a ser eso suficiente para renunciar a ella. No pensaba irme, a ningún sitio. No sin ella.

Me quedé en la misma posición, para que ella no se despertara por mi movimiento. Seguro que necesitaba dormir. Al rato, empezó a mover un brazo y sus párpados empezaron a moverse despacio, acompañadas de algún ronroneo leve. Era un gatito.

- Hmmm - musitó bostezando - ¿llevas mucho despierta? - dijo cruzando su mirada con la mía.

- Solo un ratito - le dije sonriendo - ¿has dormido bien?

- He dormido - sonrió levemente - que ya es.

- Me alegro.

- Gracias por venir Alba. A Pamplona. Gracias - solo la miré - y gracias también por venir anoche a mi cama - sonreí - se que te dije que no deberías haber venido, pero estaba equivocada. Muchísimo.

- Me dolió que dijeras eso.

- Lo se. Y no sabes cuánto lo siento. Por favor perdóname.

- No digas tonterías - acaricié su mejilla - no hay nada que perdonar. Entre nosotras no Nat. Ya lo sabes.

- Te quiero tanto - me abrazó.

- Y yo a ti. Muchísimo - besé su cuello con ternura y aspiré todo lo que pude para grabar su olor de nuevo en mi. Casa.

- ¿Nos levantamos?

- Si, vamos.

Fuimos a la cocina y allí estaban todos, Santi poniéndose un café, Elena tomándose unos cereales, Mikel con el periódico y María restregando un tomate contra una tostada.

- Buenos días - dijo Natalia al entrar.

- Buenos días hija. Alba cariño, ¿quieres desayunar?

- Claro - me acerqué a ella y dejé un beso en su mejilla - buenos días María.

POV NATALIA

Me acerqué a mi hermano y le abracé por la espalda, apoyando mi barbilla en su hombro.

- Gracias - le dije bajito y vi cómo sonreía.

- De nada - me miró de reojo y le sonreí.

Después me senté al lado de Alba a desayunar, mientras hablábamos todos de cualquier cosa. Del trabajo de Alba, de la boda de Santi, de las vacaciones... como cualquier familia. Mi madre se reía ante algunas de las ocurrencias e historias de Alba, y mi padre comentaba con ella las noticias que leía en el periódico. Miré a mi al rededor y todos sonreían. Y la verdad, no se cuándo fue la última vez que nos sentamos en esta mesa y todos estábamos sonriendo. Miré a Alba. ¿Era posible que Alba fuera salvavidas, no solo para mi, sino para todos?

- ¿Qué quieres hacer hoy? - le dije al oído y me miró.

- ¿Quieres salir? - dijo sorprendida.

- Contigo. Quiero salir contigo - ella me sonrió.

- Enséñame Pamplona.

- Muy bien.

Todo lo que te quitaron // ALBALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora