🐝 extra 1; the perfect gift 🐝

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Me hice bolita en mi cama, cubriéndome hasta el mentón con mi cobertor negro, me acurruqué abrazando mi almohada preparado para volver a dormir.

Entonces escuché como se abrió la puerta de mi habitación.

Ya va a empezar mi mamá a mandarme para que la ayude desde temprano con los deberes de la cena.

— Déjame dormir otro poco — pedí con voz somnolienta. — Por favor.

Cerré los ojos sin escuchar respuesta.

Al tardar, volteé extrañado en dirección a la entrada, pero no había nadie.

— ¡Feliz nochebuena! — gritó Clifford apenas regresaba a mi lugar, provocando que pegara un brinco.

— ¡__________! — exclamé sintiendo un escalofrío. Ella soltó una carcajada. — Demonios, vas a matarme un día de estos — exageré.

Es la tercera vez en la semana que me hace esto.

— Tu madre me mandó a despertarte y quería asegurarme de que lo hicieras bien — se excusó sentándose a mi lado. — Ahora toma tu ropa y báñate, yo iré con ella abajo para terminar de ayudarla, corre, corre — me apuró destapándome.

Suspiré rendido.

— Ya voy — respondí con cansancio.

Me puse de pie, pero antes de irme al baño, ella me jaló del brazo.

— Buenos días cariño — dijo con burla antes de besar mi mejilla.

— Qué chistosa — me quejé cediendo.

Rió y me llenó la cara de besos, se detuvo en mi barbilla.

— Ahora sí ve, no quiero robarte más tiempo — palmeó con delicadeza mi mejilla izquierda.

— No tardo mucho — moví la mano. — Ya vengo.

Se levantó de mi cama con una sonrisa y salió de mi cuarto como si alguien la estuviera siguiendo.

Solo ella es así de extraña.

Me fijé antes de tomar mi ropa que el regalo que le compré con meses de anticipación estuviera en su lugar.

Al verlo ahí me sentí aliviado.

Agarré de una vez lo que iba a usar al menos hasta que dieran las seis, una playera blanca, unos jeans negros y una sudadera porque sigue haciendo frío.

Con la toalla en mano me encerré en el baño.

A los segundos volví a escuchar la puerta de mi habitación.

— Vine a dejarte una camisa que tu mamá quiere que ocupes al rato, dice que si te la daba ella tú no ibas a querer usarla, pero como me gustó creyó que era buena idea que te pidiera ponértela — rió.

— Le dije que no quiero usar rojo, es la roja, ¿verdad? — pregunté quitándome la pijama.

— Así es — suspiró. — Voy abajo, la estoy ayudando a hornear — avisó antes de cerrar la puerta de mi cuarto.

Cuando escuché silencio me dispuse a meterme a la regadera.

Hoy será un día divertido.

(...)

Después de estar jugando con Cliff mientras ella terminaba de decorar su casa de jengibre decidí subir a mi habitación por su regalo.

Mi sonrisa se borró por completo al ver únicamente una nota dentro de la bolsa.

take a breath || Aidan GallagherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora