Capítulo 2

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Para pensar en la propuesta recibida y después de ver a Terre partir, Candy se quedó en la playa.

Colocada su playera peleada, se sentó sobre las blancas arenas; y poniendo sus ojos en el horizonte, divagó por un rato.

En la embarcación que a lo lejos apareció, puso su atención; y por las características del barco, Candy retrocedió en el tiempo cuando su padre era el capitán de un buque similar.

El muelle estaba repleto de personas. Y los pasajeros que disfrutarían de un largo crucero por las diferentes islas del continente americano, mientras aguardaban el momento para abordar su transporte, sobre su proa un par de chiquillos, uno detrás de otro, corrían por todo el área.

Una jovencita la cual también estaba acompañada, llamó la atención de:

— ¡Annie, no subas por esas escaleras!

Obedecida su orden, la hermana mayor volvió su atención a su joven vecino que le re-cuestionaba:

— ¿No bajarás en Florida?

— Al, sólo en viajes como éste, puedo disfrutar de mi familia; de mi padre principalmente. Después, van a ser meses lo que no vuelva a verle.

— Entiendo. Entonces, sabrás que estos días representarán nuestra despedida. Mi tutor quiere que estudie y me internaré en West Point, lo que significa...

— ... ¿qué no te volveré a ver? — concluyó la joven.

— A menos, que en este preciso instante, bajemos de este barco y te escapes conmigo.

— ¡Eso es una locura! Tú estás próximo a cumplir los 18 años. Yo apenas tengo 14. ¿Cómo nos mantendrías?

— Tienes razón. Y por lo mismo, estás de acuerdo que debemos terminar esta relación.

La visión de Candy se empañó por las lágrimas; y aunque estaba enamorada del chico, le contestó:

— Si tú así lo quieres.

— ¡No es porque yo así lo quiera! — él se alteró. — ¡Tú me estás obligando porque... si vinieras conmigo habría gente a la que recurriríamos y nada nos faltaría!

— En cambio, le estaría faltando a mis padres al huir así contigo.

— ¡No quieres hacerlo porque no me amas lo suficiente!

Ella no se dejó de "don Chantajes" porque le devolvió:

— ¿Y tú a mí sí? Sin embargo, tu conducta me hace dudarlo ya que... no haces el esfuerzo por ser paciente y de paso me estás amenazando con alejarte de mí. ¿No será que lo haces porque... tienes otra novia de mayor edad y ella te puede dar lo que yo no puedo?

— ¡No digas tonterías, Candy; porque justamente porque te amo es que te propongo que huyamos!

— No lo sé. ¿Me dejarías pensarlo?

— De aquí a Florida serán 20 días de viaje. Una noche antes de desembarcar quiero tu respuesta. Mientras tanto disfrutemos de nuestra compañía.

Como si nada, él achicó la distancia que los separaba. La tomó por el talle y se inclinó para besarla.

Por su parte, ella estaba sintiendo un hueco en el estómago y sabiéndole sus caricias un tanto amargas.

Con el plazo que él le diera, Candy, —con cada día que se cumplía—, se sentía triste, y es que por nada del mundo abandonaría a sus padres. No; ella no sería la culpable de darles una pena y vergüenza de esa índole. Así que, la chica no aplicándose para sí la ley de "más vale pedir perdón que permiso" al llegar al destino marcado, tuvo que decirle adiós a Albert.

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