Capítulo 6 parte "a"

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A pesar del gran descontento que sentía, Candy tuvo que ir cambiando su gesto preocupado por uno sonriente al ver a su hermana, sobre su asiento, tan entusiasmada conforme se iban elevando hacia las nubes.

Durante la primera hora de viaje, Terre, ocupando un lugar algo apartado de ellas, recibió un paquete sellado, y en privado se dispuso a revisarlo. Una vez enterado de su contenido, llamado por teléfono pidiendo auxilio y después de ser orientado, llevando en sus manos dos pasaportes, a las jóvenes pasajeras que se veían mayormente animadas se acercó para obtener de ellas su atención y explicarles lo siguiente...

— Yo tenía en mente otros planes; sin embargo... — Terre calló comprendiendo que no venía al caso mencionar responsables, así que sería directo: — Este pasaporte es para ti, Candy —, lo entregó; — en ello apareces como mi esposa, y por lo mismo llevas mi apellido —. Ella así lo verificó. — Este otro... —, se los mostró, — era para su padre —; Annie inmediatamente miró a Candy con miedo y consternación; y su temor aumentó al escuchar: — Al venir él con nosotros, su obligación era reportar personalmente el por qué ustedes sus hijas estuvieron tanto tiempo fuera de su país de origen. Tú, Candy, no hubieras tenido problema alguno al ingresar conmigo. Annie, por ser menor, debió haberlo hecho con la ayuda de tu padre.

— Entonces... ¿ella no entrará?

Escalofríos se habían apoderado de las hermanas ante esa posibilidad. No obstante, se salía de nuevo al rescate:

— Por supuesto. Sólo que, debido al inesperado hecho de tu padre —, el hombre no pudo ocultar su molestia, — Tú, por ser ya mayor, deberás responder por ella, así que, ya que este avión ha tomado un rumbo diferente, en la línea fronteriza más próxima bajaremos. Ahí un agente de inmigración las estará esperando para llevarlas adonde se debe. No sin antes responder al interrogatorio al cual van a ser sometidas. No tienen por qué sentir miedo — Terre lo aconsejó por Annie quien se veía aterrada. — Sean naturales, y lo más honestas posible. Cuando llegaren a preguntarles sobre su nuevo domicilio darán el mío —, él les entregó a cada una tarjeta, — así que, en lo que llegamos allá, tendrán tiempo suficiente para memorizarlo.

Aún así Candy, nerviosa, comentaría:

— Si quieren saber cómo nos casamos, ¿qué debo decir?

— La verdad — él dijo despreocupado; — pero dudo que te cuestionen eso, porque el gobierno simplemente quiere corroborar que realmente sean estadounidenses.

Annie también sería razonable en su cuestión:

— ¿Podrían preguntar sobre el accidente que sufrimos?

— Precisamente ese, sería su llave de acceso al país. ¿Algo más?

— Sí — contestó la hermana menor; y Terre le dio señal de proceder: — ¿puedo pedirle helado a la azafata?

Él sonrió autorizándole:

— Puedes.

Quitándose el cinturón de seguridad, la jovencita fue en busca de la empleada, quedándose la pareja a solas para Candy decir:

— Gracias por todas las molestias que te estamos ocasionando.

— No tienes por qué ya que no lo son.

— Espero algún día poder pagarte todo lo que... —, ella se avergonzó, — invertiste inútilmente en mí.

— Sí, yo también espero que algún día me lo pagues —, porque hubo sido bastante.

Sin embargo, y debido a que el rostro de Candy palideció del susto al imaginarse ¡cómo! ante una insinuación por parte de él, Terre rió con ganas y se alejó de ella para ir a sentarse nuevamente y dormir un rato.

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