Capítulo 15 parte "c"

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Habiendo dicho Terre sí, y en lo que se seguía a la policía hasta la delegación...

Seguidamente de haberse comunicado con Karen, Candy se dirigió al apartamento. Aunque todavía preocupada, ya no lloraba.

Por ende, para relajarse un poco, ella subió a la recámara. La cama la recibió por unos momentos; pero pasados estos, se levantó desesperada para deshacerse de sus ropas y meterse otro rato bajo la ducha que sólo la mantuvo serena por una hora, mismo tiempo que empleó para secarse y cepillarse el abundante cabello.

No obstante, Candy estaba vistiéndose con un corto camisón de seda sujetada por dos delgados tirantes cruzados en la espalda, cuando sus tripas gruñeron; haciéndole recordar que desde la mañana no probaba bocado. Por lo tanto, a la cocina se encaminó. Y en el momento de presionar el interruptor, el foco elegido y esencial, se fundió.

Conseguir uno nuevo fue la idea pero ¿dónde? Acudir a la administración era lo más factible, sin embargo, la fémina no estaba de humor para salir ya que ahí, en casa, aguardaría por Terre quien, por supuesto, no llegaría con la cena, pero sí con hambre de ella que buscaba qué prepararse.

Un sándwich era lo más rápido por hacer. Por lo mismo, y del refrigerador la mujer sacó algunos vegetales y quesos. Para beber, a ella se le antojó algo fuerte; y el intocable tarro de café que descansaba en la alta alacena, además de parecerle excelente, lo bajó junto a lo que alcanzó a distinguir: una caja, la cual contenía un foco muy similar al que necesitaba para no llevar todo al comedor.

Proponiéndose a colocarlo, seguido de sacar lo que la alumbraría, Candy abrió la puerta más vecina y se enteró que ahí era el área de lavandería que por supuesto poco se visitaba.

Observada la lavadora, la secadora y un stand, detrás de éste estaba una pequeña escalera a la que ella se dirigió, tomó y sacó para llevarla a la cocina y dedicarse a la tarea de cambiar el foco que difícil cosa no era de hacer.

Habiéndola armado y fijado en el suelo, Candy para asegurarse de no caer en su intento de electricista, se subió en ello, llegando hasta el sexto y último escalón. Parada ahí, alzó los brazos para calcular que todavía le faltaba un metro para alcanzar el socket de porcelana del techo.

Riéndose de su propio fallido cometido, la mujer trató de descender; sin embargo, lo que debajo de su prenda, traviesamente se colaba con la intención de ayudarla, la asustaron seriamente que, al verla perder un poco el equilibrio sobre la plana y rectangular plataforma, las manos que se habían posado en los muslos femeninos la sujetaron fuertemente cayendo, aún así, el trasero de ella, en la cara del acomedido que, teniendo esa tierna parte en justo en la boca, la abrió para morder ligeramente un glúteo.

Debido a que le dolió a un similar pellizco, ella, por supuesto se quejó; y como pudo se enderezó, descendiendo dos escalones para poco a poco irse girando hacia él, el cual tenía un gesto, además de serio, completamente diferente.

Rendida su declaración, junto a varios amigos que fueron a apoyarlo, Terre habiéndoles agradecido, se despidió de ellos para ir a casa. Estando allá y gracias a la oscuridad, el hombre se iba dirigiendo a habitaciones arriba cuando escuchó ruidos provenientes de la cocina, lugar al que se condujo, llegando justo en el momento en que su esposa ponía la escalera en el suelo y la subía.

La falda de la prenda que usaba esa noche era por demás diminuta; más, al verla levantar los brazos y ponerse de puntitas, ella dejó al descubierto que ropa interior no llevaba, y si sí, de todos modos fue lo suficiente para despertar a un bello durmiente.

Aunque sabía que todo había sido un embuste de Albert, la escena de estársela imaginando retozando con un hombre que no fuera él, lo hizo encenderse lujuriosamente y por lo mismo...

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