Capítulo 27 parte "a"

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Tanto la médico como Karen fueron testigos de la gran conmoción que él mismo se había provocado. Y antes de que a su sobrino lo traicionara la vulnerabilidad, la tía lo tomó por el rostro y lo hizo volver en sí, repitiéndole lo que se le había explicado.

Al escucharlo ésta vez con atención, él dejó escapar una lágrima que Karen con cariño quitó, además de confortarlo con suaves palabras:

— Amor, las dos están bien. Ahora ve con la doctora para que te lleve con ellas.

Mientras se limpiaba la cara, Terre asintió con la cabeza; y obediente, se dispuso a seguir a la galeno la cual indicó a una enfermera llevarlo a asearse y después podía pasar a verlas.

Debido a que su pequeña fue puesta temporalmente en una incubadora, ésta yacía en un lugar diferente que se visitó primero, aprovechando que Candy seguía bajo los efectos de la anestesia.

Entre preocupado y emocionado, el hombre sonrió, al notar el tamaño de su sano bebé. Colando sus brazos por los orificios de la máquina que la oxigenaba, la tomó en sus manos, y tras la transparencia de la cámara estéril: le dio la bienvenida diciéndole también lo feliz que estaba por conocerla, prometiéndole además ser un buen padre para con ella. Por último, le mandó un beso como corta despedida ya que estaba angustiado por su esposa, a la cual, después de depositar a su hija, Terre fue.

Cuando apareció por la habitación, la enfermera encargada de tomar la presión a la encamada, a él sonrió informándole:

— Poco a poco ha vuelto a la normalidad.

Terre apreció y autorizó el permiso de salida que amablemente habían solicitado, así como la silla que le ofrecieron y acercaron.

Al quedarse a solas, él se quedó parado a su lado, no cansándose de contemplarla a pesar de lo pálida que se le veía.

Su mano levantó para acariciar el rostro y percatarse de la frialdad de sus mejillas. Impulsivo, él se inclinó para besarla y pedirle perdón por haberla puesto en esa situación agregando, escondiendo su cara en el cuello de ella, el amor desmedido que le tenía y su confesión cuando la creyó perdida.

Con esto último, Terre volvió a llenarse de pánico y la abrazó fuertemente para desahogar en silencio su pesar.

El estremecimiento de su cuerpo sobre Candy, consiguió despertarla. Sentirlo y oírlo tan sensible hizo que ella lentamente levantara su mano para colocarla en la ancha espalda mientras que su cabeza la apoyó sobre la de él al cual quedamente lo llamaba:

— Terre.

Éste con rapidez se enderezó para mirar como ella apenas podía sostener los párpados abiertos.

— ¡Lamento absolutamente todo, Candy!

— Está bien.

De pronto, la cabeza de ella rodó por la almohada, y por ende...

— ¡Candy!

— Aquí estoy, Terre — ella contestó con apagada voz. — No te preocupes tanto. Sólo tengo mucho sueño.

— Después tendrás mucho tiempo para dormir —, él metió una mano entre la cabeza y la levantó. — Ahora intenta abrir los ojos.

— Lo haré —, ella hizo otro esfuerzo; sin embargo, sugería: — Pero ten más cuidado la próxima vez, porque ya comenzó a doler.

Con el leve quejido, se acordaron del recién vientre abierto.

— ¡Perdón! — dijo Terre, y con cuidado la recostó; él se enderezó por completo, y Candy, somnolienta, sonrió; y como pudo cuestionaba:

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