Capítulo 14 parte "b"

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A pesar de estar sintiéndose más tranquila, Candy no se movía del lugar que Karen le había invitado a ocupar.

Tres mujeres que estaban con la tía, sostenían una conversación un poco inusual para ella que, de bordar, tejer o crochet sabía nada, y se lo recomendaban para cuando sus bebés comenzaran a llegar.

— Porque llegarán pronto, ¿verdad? — dijo una de las tres damas.

— No lo sé — hubo sido la contestación un tanto incómoda de la cuestionada que escuchaba consejo de otra:

— Es importante que tengas hijos siendo aún muy joven.

— Sí; así podrás disfrutarlos más tiempo contigo y tendrás el tiempo suficiente para recuperar tu figura.

— Eso es lo de menos, querida, porque... ¿cuántos hijos piensan tener? — la cuestión provino de la tercera.

— No... —, la recién matrimoniada no sabía qué decir porque ni siquiera los habían considerado; entonces, diría: — No lo hemos discutido todavía.

— Malo, malo. Yo de joven, ya sabía cuántos hijos tendría.

— ¿Ah, sí? ¿cuántos? — preguntó Candy quien abriría grandemente los ojos al decírsele el número:

— Ocho

— ¡¿Tantos?! ¡¿Y pudo tenerlos a todos?!

— ¡Por Dios, niña! ¡¿cómo dices eso?! Yo nunca me casé.

La carita de la solterona mujer se mostró indignada; y Candy con deseos de correr, aguantó la risa y buscó con la mirada a su esposo quien yacía sentado en el sofá contiguo y que como ella, contenía las carcajadas al haberlas oído.

La que apareció para salvarla de la embarazosa situación fue Annie quien, al escuchar una vieja melodía, decía a su hermana:

— ¿La recuerdas? Fue la última canción que mamá bailó con papá.

Poniendo su atención en ello, Candy asintió, pidiéndosele:

— ¡Ven, vayamos a bailarla!

— ¡No! — protestó apresurada y escandalosamente la hermana mayor

En cambio, la menor, —habiendo tomado la mano de la rubia—, ya la jalaba al centro del salón.

"In the mood" era lo ideal para que la jovencita se deshiciera de su aburrimiento. Así que, al no haber jóvenes de su edad, su hermana debía ser su pareja en esa famosa pieza versión rock and roll.

Girando como trompito chillador, Annie disfrutaba memorizando los movimientos de su difunta madre, mientras que Candy, sonriente y apenada, únicamente daba los esenciales pasos básicos del baile.

El vestido corto con vuelo que llevaba, moldeaba a la perfección la estilizada figura de la mujer que era el punto de atención de muchos, principalmente el de Terre, Susana y Eleanor quien, conocedora de ese arte, inconsciente y mentalmente comenzaría a llevar un conteo de seis tiempos, consiguientemente de haberla visto extender las manos a la hermana para indicarle bailar correctamente.

Paradas frente a frente, con los pies paralelos y ligeramente entre abiertos, al impulso de Candy, las bailarinas retomaron, ésta vez, un serio baile. Sus balanceos hacia atrás, giros y vueltas de una de ellas, eran envidiablemente sincronizados a pesar de los años que habían pasado desde aquella última noche de fiesta que bailaron en el barco que capitaneaba su padre.

Albert quien seguía escondido, también las miraba y lo recordaba, ya que él...

... en aquel tiempo, impaciente había estado aguardando a que Candy, su novia en ese ayer, terminara de bailar para llevarla a la oscura proa y gozar de su inocente boca, mientras que él, un poco mayor que ella y por ende más conocedor, la acariciaba sobre sus ropas.

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