Capítulo 4 parte "b"

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Cuatro copas de cristal se unieron al frente para brindar...

— Por la felicidad de todos

Consiguientemente, se bebió el contenido de ellas probándolo apenas Candy; en cambio, Annie se atrevía:

— ¿Puedo tomar un poco más?

— Tranquila, hija, que no es agua de limón.

— Además, el viento fresco que empieza a correr podía acelerar el proceso de embriaguez. Mejor ordenemos de cenar.

Con la atención puesta en ellos, ahora sí el mesero entregó las cartas.

— ¿Qué te gustaría? — se preguntó a la menor.

— ¿Qué podemos pedir? — dijo Annie recibiendo el menú. Al abrirlo, comentaba la sugerencia de la noche: — Oh, salmón estaría bien.

— ¡¿Pescado, Annie?!

Debido a la reprobadora expresión de Candy, se le cuestionaba:

— ¿Acaso no te gusta?

— Si tocas mi piel, no te sorprenda encontrar escamas en ella.

Terre rió del sarcasmo de su novia; y porque ella le regaló una sincera sonrisa, él decía:

— Descartado el pescado para esta noche. ¿Carnes rojas, está bien?

— Sí.

— ¿Señor Johnson?

La respuesta del capitán aguardaría unos momentos; y después de finalmente decidirse, todos comenzaron a ordenar, tornándose la velada, a partir de ese instante, mayormente agradable con las risas abiertas de Annie, las discretas de Candy ante el sonrojo que le provocaban las miradas de Terre quien se mostraba totalmente interesado en las aventuras de un melancólico marinero.

Al percatarse que el tiempo había volado y que debían estar listos a tempranas horas del nuevo día, el grupo de cuatro se propuso marcharse para descansar en sus respectivas habitaciones.

. . .

Vistiendo pijamas, la que brincaba sobre la cama decía:

— Hacía mucho tiempo que no saltaba en un colchón así.

La que venía de estar con su padre le advertía:

— Y más te valdría dejar de hacerlo si no quieres regresar a la hamaca.

Doblando sus rodillas en el aire, Annie rebotó por última vez en el colchón, observando a su hermana la cual abría el ventanal para salir y tomar aire fresco.

La menor de las ocupantes quien la siguiera, preguntaba al verla parada cercada del balcón y tan atenta al horizonte:

— ¿Qué tanto miras?

— Nada.

— ¿Estás nerviosa? —, Annie la abrazó; y Candy respondía al cariño...

— Bastante.

— Me imagino que es normal en las que están próximas a casarse. Pero yo pronostico que te irá muy bien.

— ¿Ah, sí? ¿por qué estás tan segura?

— Porque Terre es bien lindo y sabrá tratarte como te mereces.

Candy besó la frente de su hermana quien le decía:

— No tienes por qué tener miedo, hermana. Nada ni nadie impedirá que seas feliz.

No obstante...

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