Capítulo 10 parte "a"

946 142 34
                                    

Mayormente serena y envuelta en una bata de baño, Candy apareció en la habitación; y quien llevaba tiempo esperando por ella, al llamarla por su nombre, provocó que la joven gritara debido al susto.

Además de disculparse por haberla espantado, Terre pronunciaba:

— Siento mucho lo que... presenciaste arriba.

— Está bien — dijo ella sonriente, pero evitando mirarle; además recordaba: — Como aquella Eliza, también esas son tus... amigas, ¿o no? así que...

— No — él la interrumpió para aclararle: — no lo son. Y es posible que te topes a menudo con ellas.

— Entiendo — respondió Candy; y fingiendo estar entretenida con las jaretas de su prenda, a Terre cuestionaba con demanda: — ¿Les explicaste quién soy en tu actual vida?

— No.

— Bueno, entonces, yo tendré que hacerlo cuando las vuelva a ver —, ella lo confrontó sonriéndole con altanería.

Ese gesto consiguió que él preguntara:

— ¿Estás celosa?

— No, para nada. Simplemente estoy comprendiendo que no va a ser fácil defender mi posición al ser la legal esposa de Terrence Grandchester.

— Sé que mi pasado comportamiento puede causarte dolores de cabeza.

— Sí; y serían más fuertes si me involucro sentimentalmente contigo.

Debido a la contestación, ésta consiguió irritarlo; y así, irritado, él respondía levantando la voz:

— ¡Eso ya será tu decisión! Lo que a mí respecta es que en el momento de proponerte el que te casaras conmigo, estuve muy consciente de los cambios que debía hacer; pero principalmente del respeto que te mereces, por eso es que estoy aquí y no allá por mucho que yo quisiera.

En eso, él tenía razón. Además, el pasado allá se quedaba; y ella la escasa idea tenía de lo que a él le estaba costando el renunciar a su reventada vida, y todo por su puntada de casarse sólo por llevarle la contraria a su madre; por ende...

Candy dejó su ridícula postura de esposa ofendida, —cuando una verdadera todavía no lo era—, para extenderle:

— Gracias por darme mi lugar.

Terre, rindiéndose ante una mirada, se acercó a ella para explicarle que:

— Con ese tipo de mujeres no vale la pena presentarte.

— Está bien.

— Aunque con huir tampoco se resuelven las cosas. Sé que es complicado, pero no es difícil entenderlos. Además, esta recién actitud que dejaste, mejor resérvatela para el momento adecuado.

— ¿Con Susana?

Él hizo un sí con la cabeza, plus informaba:

— Junto con mi madre, están por llegar en cualquier rato.

— ¿Vendrán aquí?

— Por suerte no —, porque sólo un padre conocía ese pequeño rincón; — sino con Karen. Así que, mañana saldremos muy temprano para allá.

Al no haber otro asunto más que tratar, Terre pidió permiso y se retiró a la habitación vecina para también asearse.

Candy, llevándole ventaja, se vistió cómodamente y bajó a la sala para ver un poco de televisión, atrayendo con su fuerte sonido al hombre con quien se disculparon al verlo aparecer:

Unidos por InterésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora