Capítulo 19 parte "c"

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En cuanto estuvieron en casa, él excusando que tenía ciertas cosas qué hacer en la oficina, se quedaría ahí después de haberse ido a cambiar de ropas, mientras que ella para seguir aprendiendo el manejo de su laptop, lo haría desde su recámara. Previo a ello, habiéndose aceptado, se hubo extendido invitación para salir a cenar y tal vez más animados hasta ir a bailar por primera vez.

Sabiendo que tenían el tiempo contado, la pareja procuró no enfrascarse en sus respectivos pendientes. No obstante...

Pasado un rato y acostada sobre la cama, Candy escuchó el timbre de la puerta. Para cerciorarse por sus propios ojos de quién era, se levantó para salir de su habitación, y desde el pasillo, estando arriba, la vio alcanzando apenas escuchar:

— ¿Podemos hablar?

Terre, quien la había atendido, miró justo hacia arriba. Y al toparse con la fugaz mirada de su esposa que de cierto modo tenía un gesto de qué quería, diría:

— ¿Qué se te ofrece?

— ¿No me invitarás a pasar?

¡Lógico! él negó con la cabeza, pero Abril supuso:

— ¿Está ella aquí contigo?

— ¡Por supuesto!

— Me gustaría conocerla.

— ¡¿Estás loca?!

— ¡Terre, escúchame! Necesito hablar contigo y con ella si es preciso. Les interesará lo que vengo a decirles.

— Yo lo dudo. Así que, si no te...

— ¡Albert me llamó muy temprano! — la visita tuvo que decirle apresuradamente al ver que cerraban la puerta, y causando intriga con su sentencia.

— ¿Para qué?

— Pretendió que le vendiera esto.

— ¿Qué es?

Candy, habiéndose animado a bajar, había cuestionado detrás de Terre quien por supuesto sabía lo que era.

Y debido a que ni él ni la visita contestaban, la esposa insistía:

— He preguntado qué es. ¿No piensan responder?

— No... creo que... le agrade mucho saber, señora.

— Llámame Candy — se presentó muy sonriente la cínica; — porque me imagino que tú eres Abril, ¿cierto?

— ¡¿Le has hablado de mí?! — la extrañada pregunta fue para Terre.

En cambio, Candy, en su papel de esposa confidente, sarcástica respondía:

— Oh, sí; muchas veces. Así que —, tomando la puerta la abrió más, invitándola: — ¿por qué no pasas? Yo sí estoy interesada, pero no en —, lo que era notorio, — tus películas donde ¡tal parece que puedo verlos a ti y a él —, lo señaló, — haciendo lo que hayan estado haciendo, sino en saber... ¿por qué Albert las querría y con qué objetivo?

— En sí... serían para una mujer.

— Una mujer —, creyéndose que eran para ella solicitaba: — ¿Tiene nombre esa mujer?

Sí, pero Abril diría:

— No.

— Me lo imaginé. Bien, entonces ¿pasas a la sala? Porque es de muy mala educación atender a la gente en la puerta.

Al verla ingresar ante la invitación, Candy se encargaría de cerrarla observando a Terre un tanto incómodo con la situación, pero ella pensando que la tal Abril no era tan peligrosa como aparentaba porque se le veía como perrito apaleado cuando tomó asiento en la sala; una que por supuesto o desinfectaría o cambiaría por una nueva. Así que, al verla sumamente cómoda, la anfitriona ofrecía:

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