Capítulo 26 parte "b"

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Por suerte la puerta de la habitación no tenía seguro; así que, aprovechándose de eso, se dio el acceso.

La luz que se colaba por la ventana debido a que sus cortinas estaban recorridas, le iluminó el camino hacia la lámpara del buró más próximo.

Con ella, alumbró la recámara dándose cuenta del desorden que había en la cama principalmente de papeles que yacían por doquier.

Sin querer enterarse de la información que contenía el resto debido a los primeras hojas que leyó y no entendió, Candy vio la oportunidad de entretenerse en levantarlos, y más tarde acostarse, después de haberse quitado su bata y envolverse en la de él que tenía impregnado su varonil esencia; esa que al principio de su embarazo le hubo molestado bastante, y que en ese momento al estarla inhalando le resultaba el mejor relajante para ayudarle a aminorar su angustia y traicioneros pensamientos, como el que se le escapara:

— Fue muy cierto, Albert —, ella se acarició los labios, — fuiste mi primera ilusión, y tal vez, de haber continuado juntos, tú y yo hubiésemos llegado muy lejos. Pero no fue así, y ahora él —, Candy se abrazó a sí misma y fuertemente, — no sólo me rescató de mis penas y amarguras, sino que me ha dado más de lo que un ser puede pedir —, una mano, ella la pasó por su cálido vientre. — Reconozco que ha sido una difícil experiencia este mi primer embarazo, pero soy y estoy feliz por este hijo de los dos; y sé que Terre lo amará como yo lo amo a él —. Candy cerró los ojos para suplicar: — Vuelve pronto, amor. Te necesitamos; principalmente yo que te pide que no me castigues más sin tu presencia.

Lágrimas, ella comenzó a derramar; y poco a poco el cansancio la dominó, sin saber que su petición no iba a tardar en ser concedida ya que...

. . .

La medianoche el reloj de la sala de la casa empezó a marcar. Y la sombra que apareció por la puerta de la entrada principal se encaminó hacia la planta alta donde estaba, por ser amplia y luminosa, la habitación de su esposa.

Caprichosa y sinceramente se había dicho que intenciones de reconciliación no llevaba, pero no negaba que quería verla como el saber y notar de la evolución de su bebé. Por lo mismo, como no contaba con mucho tiempo, únicamente ingresaría a la pieza, se dirigiría a la cama y... grande sería su sorpresa al no encontrarla sobre ella.

Sin alarmarse demasiado debido al desorden de las sábanas, Terre la buscó en el baño. Al no hallarla ahí, pensó que estaría en los aposentos de Karen quien ya una vez le había confiado iba a buscar su compañía.

¿Ir a hacia ellas? Consideró la hora inapropiada; entonces, porque de madrugada debía regresar al colegio, a su recámara Terre se dirigió sorprendiéndose, al encender la luz, de verla tendida y dormida en su lecho.

Apagado el interruptor, sigilosamente hasta ella fue. Con el más delicado de los cuidados, se sentó a un lado de ella para, en silencio, nuevamente admirarla.

Los rayos de la luna que se colaban por la ventana, dejaban ver la serenidad de su hermoso rostro. Acariciarlo fue un impulso que él no pudo evitar.

Lo terso de su piel en ninguna otra mujer sus manos lo habían percibido. ¡Claro! porque a ninguna otra hubo entregado su corazón ni amaba con devoción como lo hacía por esa mujer.

¡Lástima que ella seguía pensando en otro! y el recordarlo contuvo los deseos de Terre de inclinarse para besarle los labios que inconscientemente se entreabrieron. No obstante, estaba a punto de levantarse, cuando él la escuchó susurrar su nombre.

La facción del hombre se expresó con ironía. Y a pesar de oírle que le decía que lo amaba, no fue lo suficiente para convencerlo de que era él quien vivía en sus sueños.

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