Capítulo 21 parte "b"

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Por haberse quedado investigando, él, —habiendo pasado las horas frente al computador y con el mínimo de sueño—, antes de que el sol apareciera y todos despertaran, tomó un auto para dirigirse primero, ya que estaba más cerca, al rutinario colegio y luego a su apartamento donde se aseó; cambió sus ropas y tomó otras para Candy quien al abrir los ojos, los fijó a su derecha dándose cuenta que Terre no había dormido a su lado.

Creyendo que todavía seguía molesto con su persona, ella suspiró con resignación, quedándose otros minutos en la cama. Después de estar completamente despierta, la fémina se levantó para ingresar al baño, asearse y vestirse con lo que Karen había proporcionado.

Para averiguar dónde dormía su esposo, Candy salió de la habitación, encontrándose en la sala precisamente a la dueña de la casa que bebía un jugo energético antes de marcharse al instituto que presidía. Ofrecidos los buenos días, Karen extendía invitación:

— ¿Te gustaría ir a saludar a Annie?

Candy no desechó la oportunidad de ir a ver a su hermana; por ende, a la empleada pedía:

— En cuanto vea a Terre, ¿podría avisarle de mi salida?

Karen se extrañó de oír eso, y por lo mismo se animó a cuestionar:

— ¿No durmió contigo?

La sobrina política, reservando para ella su tristeza, negó con la cabeza; y la tía del ausente... bueno, mejor optó por dedicar personalmente una grosería a su sobrino por su testarudez, ignorando las tres mujeres que el hombre no estaba en casa sino que ya iba de camino a ella donde media hora después fue entregado el mensaje a Terre.

Éste conocedor del tiempo que le tomaba hacer sus recorridos matutinos a Karen en el internado, lo aprovechó para ir a ver cómo había amanecido tanto su madre como su padre.

Por su parte, Candy ya estaba saludando y abrazando a Annie; y es que en cuanto llegaron, a la secretaria se le pidió hacerla llamar.

Los ojos de una no podían creer lo que miraban:

— ¡Te ves más alta! — la hermana mayor, al observarlo, lo hubo expresado.

La coqueta menor encontró la razón de aproximadamente cinco centímetros:

— Tal vez sean por las zapatillas. ¿Qué me dices del uniforme? —, la estudiante se alejó un poco para modelárselo. — ¡¿No es hermoso?!

— Muchísimo — dijo Candy notando un severo cambio en su hermanita. — Te hace ver también más delgada. Tu cabello —, se lo acariciaba: — ¡está más brilloso que nunca!

— Entre mis amigas lo han experimentado de todo. Sólo falta que lo cambie de color.

— ¡No, no vayas a hacerlo! — Candy suplicó.

— ¡Pero hay que estar a la moda, hermanita! También lo quiero cortar y...

De afuera, la campana escolar sonaba, por lo mismo...

— Bueno, me dio gusto verte, Candy. Ahora debo irme. ¡Tengo clase de baile, y hoy nos toca Claqué y me encanta! Creo que me inclinaré por esa rama o no lo sé. ¡Hay tantas cosas que aprender que me es muy difícil decidirme por una sola!

— Tómalo con calma y después lo sabrás. Mira —, Candy, del escritorio de Karen tomó una hoja de papel y escribió. — Terre me ha regalado un computador y... este es mi correo electrónico.

Súper cool, sister! — exclamó la jovencita. — ¡En clase de computación, te escribiré! ¡Te quiero! — Annie dejó un beso en la mejilla de Candy; y de camino a la salida: — Salúdame a mi cuñado; y dale las gracias por todo lo que ha hecho por ti y por mí. Te prometo echarle muchas ganas para no defraudarlos. Te veo después.

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