Mientras un hijo se dirigía a su esposa para avisarle que saldría pero prometiéndole regresar pronto para llevarla a cenar, la sí chantajista madre quitándose el remedio frío de su dizque mal, con la campanita que yacía sobre el buró, solicitaba la ayuda de la servidumbre.
No obstante, la que recurrió inmediatamente a su llamado fue Susana, la que en el momento de informársele de la futura llegada del visitante y no estar fea para él, emprendió carrera hacia su recámara, llevándose en su desbocado paso, a la joven doméstica que ya iba hacia Eleanor, quien increíblemente regañó a la empleada por su descuidada manera de andar.
Pidiéndosele se fuera detrás de Susana, la molesta madre de Terre volvió a tocar la campana.
La joven despachada, conforme caminaba por el corredor, miró hacia la planta baja para indicar que ella seguía a la patética sobrina y se enviara a otra persona para atender a la mandona prima, la cual gritó por más de media hora hasta que se le anunció que su hijo había llegado y ya era atendido por Karen que, como siempre...
Cariñosa y colgada del brazo de su sobrino, la tía anfitriona lo condujo a la sala donde, después de invitarle a tomar asiento, a él le preguntaba:
— ¿Por qué no trajiste a Candy?
— ¿Para qué?
— ¿No tienes pensado presentársela a tu madre? — inquirió Karen.
— Primero quiero ver cuáles son sus intenciones.
— Yo digo que para nada buenas. Después de hablar contigo, empezó a dar de alaridos. ¡Ya me espantó a la servidumbre! ¡Está de un insoportable jamás conocido!
— Tal vez la menopausia la ha de tener así.
— Ay, pues la verdad creo que sí. Ahora cállate, que ahí ya viene.
Eleanor, en cuestión de belleza, elegancia y garbo, era un molde que no tenía igual; excepto la de él, quien habiéndose puesto de pie, fue hacia ella que ya le extendía los brazos, y exageradamente emocionada pronunciaba su nombre:
— ¡Terre!
— ¿No me darás bofetadas ésta vez? — él sardónico hubo indagado.
— Ay, hijo, no me avergüences más. Karen ya lo ha hecho lo suficiente.
Controlando su lengua para no gritar fuertemente su tamaña hipocresía, Karen, palmeando la espalda de su sobrino, se ofrecía:
— Voy por algo de beber. Hijo, ¿se te antoja algo en especial?
— No, por ahora, tía. Gracias.
La camarería entre esos dos siempre hubo molestado a la madre. Madre que atrajo la atención de su hijo al pedirle se sentara muy cerca de ella.
Terre, al obedecerla, quiso saber:
— ¿Le llamaste a papá?
— ¡Ay, se me olvidó de la emoción de que venías! Luego lo hago. Ahora dime —, ella palmeó una rodilla masculina: — ¿cómo has estado?
La madre sonrió. Terre, arqueando un ceja, decía:
— ¿Acaso no nos vimos hace un rato? —, porque hasta recuerdo le había dejado de su breve encuentro.
Eleanor, divisando lo que su "abrupta conducta" había hecho, contestaba:
— Sí, pero —, tomándole de las manos, así extendía disculpa: — no quiero recordar el mal momento; así que, ¿qué te parece si empezamos de nuevo?
— Como gustes, madre — resignado Terre contestó. — He estado muy bien.
— Y... — ¡cómo le costaba reconocerlo! pero Eleanor debía interrogar: — ¿cómo te trata el matrimonio?
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Unidos por Interés
FanfictionESTA HISTORIA, COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL, SON DE MI TOTAL AUTORÍA. NO DE DOMINIO PÚBLICO. El infortunio quiso llevarla hasta aquellas playas, donde todos la olvidaron y también donde encontrará la salvación. Historia del tipo UNIVERSO ALTERN...