Capítulo 7 parte "b"

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Unos medio alimentados, pero todos contentos, el trío llevaba minutos que había retomado su viaje; y en el momento que el auto de Terre dobló una esquina, apuntó que desde ahí empezaba la propiedad de la tía. Metros y más metros se recorrieron; y exactamente en un punto medio, el volante volvió a girar para atravesar por un arco construido de piedra.

La vereda asfáltica que recorrían estaba entre dos larguísimas murallas de altos y frondosos árboles. La oscuridad por la que se perdían daba un aspecto tétrico, y por el silencio de ellas, él diría:

— Cuando es época de halloween ¡ni les cuento cómo se mira esto!

Creyendo se había infundido mayor miedo, se le preguntaba:

— ¡¿Y nos traerás para experimentarlo?!

Rápida y fugazmente, Terre y Candy sus miradas habían encontrado; y él, mirando tras el retrovisor, daba contestación a la pasajera a sus espaldas:

— Si tú gustas.

— ¡Ya lo creo! — dijo una envalentonada chica que escuchó lo que le decían a su hermana...

— Hay dos lugares donde podemos encontrar a mi tía. Una —, él apuntó una dirección, — en el invernadero. Es una coleccionista de plantas. Tiene de todo tipo, y si no, las inventa. La otra —, Terre señaló el lado contrario, — practicando el tiro con arco...

... y justamente terminaba de decirlo cuando...

— ¡Cuidado! — alguien gritó desaforadamente.

Terrence maniobró; detuvo el auto, salió y despotricó barbaridades al ver el daño que la aventurera flecha había causado con su choque.

Asustadas principalmente Candy y a la par de Annie dejaron también el carro. Y estaban viendo el deterioro y escuchando los berrinches del perjudicado cuando:

— ¡Aquí! ¡Aquí cayó! — el ser que a ellos había llegado, despreocupado, apuntaba la flecha.

— ¡Te voy a matar, Karen!

Grandchester estaba tan iracundo que parecía que sí lo haría; pero la agredida hizo caso omiso a su amenaza al expresar:

— ¡Ay, Terre, espérate! Mira que ha sido el tiro más largo que me ha salido en días.

— ¡¿Y no pudiste haber apuntado hacia otro lado?!

— No fue mi culpa —, el divertido personaje se chupó el dedo índice y lo levantó responsabilizando: — sino del viento que me indicó otra cosa, ¿verdad, entrenador? — se dirigieron a éste que llegó detrás de ella; sin embargo, él tomó la flecha, el arco de la practicante y así de pronto se marchó.

Por su parte y francamente, Annie no pudo contenerse y soltó tremendas carcajadas. Candy, quien miraba a Terre el cual parecía querer fulminar a su hermana, a ésta le pidió serenarse cuando en verdad, ella también tenía deseos de reírse de lo cómica que era esa extrovertida mujer que de pronto posó sus ojos en ellas y con interés preguntaba:

— ¿Quiénes son?

Terre, todavía malhumorado, así contestaba:

— ¡Ya te lo había dicho!

— ¡Oh, sí! Ya lo recuerdo, tu esposa y... — Karen la miró; y con gran desconcierto a Terre le observaba: — Es muy linda, pero... ¿no es muy chica para ti?

Debido a que era a Annie a quien miraban, Terre se acercó a la despistada, la tomó de los hombros y bruscamente la giró para ponerla delante de la adecuada:

— ¡Ella lo es!

— Ah, si ya lo decía yo que no podías ser un sátiro.

— ¡Demonios, Karen!

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