Capítulo 9 parte "b"

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Después de recibir el abrazo virtual por parte de Richard, Terre se desconectó. Y en su asiento se quedó otro largo tiempo sin hacer otra cosa más qué pensar. Pero al recordar que debía enviar algo, el hombre se levantó y fue adonde su esposa yacía tendida sobre la cama y tenía cerrados los ojos.

— ¿Duermes? — él le habló desde el umbral de la puerta; y con el sonido de su voz, Candy se enderezó rápidamente diciendo:

— No; ¿se te ofrece algo?

Conforme calzaba sus pies, ella escuchaba:

— Sí; necesito tu ayuda.

— ¿En qué?

— ¿Traerás una fotografía de tu padre?

— No, no lo creo —, la fémina se acercó adonde había colocado sus pertenencias. — ¿Para qué la quieres?

— Debo enviarla para que puedan informarnos sobre su paradero.

Debido a que no se contaría con ninguna, Terre, ante un frustrado gesto, pedía:

— Entonces, vamos abajo para que hagamos un retrato hablado.

La idea pareció que la animó; empero, antes de que Candy se adelantara a él, Terre la detuvo para saber:

— ¿Estuviste llorando?

A ella le dieron ganas de hacerlo de nuevo; y él, sintiéndose culpable, preguntaba:

— ¿Tan mal te estoy tratando?

— ¡No, claro que no! — Candy velozmente hubo contestado.

— ¿Entonces?

— Es que... no sé si me comprendas; pero este cambio ha sido muy drástico que...

— ¿Estás aburrida?

— Increíblemente lo estoy.

— Eso es fácil de resolver, niña. Veamos... ¿qué quieres o te gustaría hacer?

— Es que tampoco sé.

— ¿Qué acostumbrabas hacer durante el día cuando estabas en México?

— ¿Además de preocuparme por trabajar y llevar de comer?

— Aparte de —, Terre sonrió prestando atención:

— El nadar en la playa era mi distracción.

— ¿Sólo eso?

Ella dijo sí; y él:

— Bueno, llevarte en estos tiempos a la playa de Nueva York sería cruel de mi parte, ya que particularmente este océano es extremadamente frío; sin embargo... vayamos a hacer lo que te pido y te prometo que después te concederé tu deseo.

Y porque Candy sonrió alegremente, Terre sinceramente diría:

— Saberte triste es como si clavaras una daga en mi corazón cuando todo lo que intento es para verte feliz, contenta, liberada de preocupaciones. Así que, intenta relajarte y sonríe siempre. Te hace ver más hermosa cuando lo haces —; y como primera vez, él que la tenía de frente, se inclinó para besar delicadamente una mejilla femenina.

El contacto suave de aquellos labios en su bronceada piel, hizo que Candy cerrará los ojos, sintiendo como su nariz era acariciada por la de él quien parecía buscar poco a poco la boca de su esposa.

Ésta, —al comenzar a respirar pesadamente—, lo hizo cambiar de parecer y sus labios los posó en la punta de la nariz y la apretó en otro beso. Seguido, Terre se separó; buscó la salida y se dirigió hacia abajo siendo seguido por ella, —quien rezagándose a propósito—, trataba de controlarse por lo todo lo que en su interior se seguía despertando.

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