Cap 5

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Los labios de Xie Lian aún temblaban un poco, estaban algo hinchados y de un vistoso tono rojo.

Estaba sentado en el árbol mientras trataba de calmar su respiración. Alguien a su lado tomaba su mano con delicadeza.

San Lang lo miraba con una sonrisa en su rostro. Se encontraba satisfecho con tener presionado al chico bajo él durante un largo periodo de tiempo, besándose desenfrenadamente pero con cariño.
Xie Lian por su parte estaba feliz, inmerso en sus pensamientos.

-- Ge ge, eres tan lindo.

-- No deberías hablarle así a tus mayores. Eres un grosero.

San Lang se contentó con el regaño. La curva en sus labios rojos no disminuía ni un poco.

-- Ge ge, mira la luna. Tan brillante frente a nosotros. Es la única que ha visto nuestra travesura.

El joven al fin logró recuperarse completamente de su "travesura". Y a pesar de que no era el momento, tenía una pequeña duda.

-- ¿Quién era el chico con el que hablabas antes?

-- ...

El silencio se hizo penetrante. El viento cantaba fuertemente, casi emitiendo una dulce voz.

-- Oh, disculpa si fui entrometido.

-- No te disculpes. No hay nada malo en que preguntes. Él es... un viejo amigo mío.

-- Ya veo.

Al cabo de un rato sentados mirando al cielo, Xie Lian decidió irse; su reloj de mano marcaba las nueve y no quería preocupar a su padre. San Lang lo acompañó camino a la salida del campus y, como ya era de noche, el flujo de personas había cesado; por ello, se tomó el atrevimiento de tomar su mano y entrelazar sus dedos.

-- No... ¿no te da vergüenza?

-- ¿Mhn? Claro que no. La mano de ge ge es hermosa y suave. Además se siente bien. Ah, pero si te disgusta puedo soltarla.

Antes de que Xie Lian respondiese, notó que alguien los observaba en la puerta de entrada, recargado a un coche. Su expresión de sorpresa y su tez pálida confirmaban las sospechas de Xie Lian. Ambos se miraban fijamente. Este apretó su mano con la de San Lang, demostrando fortaleza.

-- No. No me sueltes.
.
.
.
Jun Wu comprendía mejor que nadie lo que era estar enamorado. Poder besar los capullos de las flores cada instante y descansar sobre la gentileza del verano.

Por desgracia, también sabía lo que era perder todo el resplandor de la vida en un momento. Mil agujas atravesando tu pecho hasta que ya no puedes avanzar...

Se enamoró en su adolescencia de la chica más dulce de todas. Hermosa sonrisa, melodiosa voz, y unos ojos tan profundos y claros como cristales. Su afecto fue correspondido y después de los veinte años hicieron las reverencias matrimoniales.

Realmente no había algo que los separara. Y con la llegada del pequeño Xie Lian, aunque pasaron por unas cuantas necesidades, la familia permanecía unida. No existía para Jun Wu algo mejor que lo que tenía.

Hasta que un día se dio cuenta de algo. Al parecer desde hace ya un tiempo, era el único que pensaba de esa forma. Su esposa no era feliz dentro de su matrimonio.

-- Tal cosa como el amor eterno no existe... sólo hay corazones buscando sentirse completos, hasta que se sofocan y se rompen.

Fue de las últimas cosas que le dijo ella a él. Xie Lian, a sus cuatro años, miraba la silueta de su madre frente a la puerta, sosteniendo la cadena de flores que bordó para ella y ocultando parte de su cuerpo detrás de un mueble. Sin lágrimas. El dolor era tan grande que éstas no pudieron salir. Sabía que sería abandonado, pero no tuvo el coraje de gritarle a la dama que se detuviera. Jun Wu se aferró a su mano. Como si se fuese hacer polvo.

-- Ling Su... no... te vayas... quédate conmigo. Te lo ruego...

-- Lo siento. Algún día podrás entender que las cosas se van. Tarde o temprano.

-- Xie, Xie Lian te necesita... el ama a su madre. No le hagas esto por favor...

-- Tú cuida de él, estoy seguro que me olvidará pronto. A partir de ahora, Xie Lian ya no es mi hijo. Hasta nunca querido.

La mano que sostenía entre llanto se soltó. Y quién años atras prometió estar a su lado por siempre, se fue dejando trás de sí el amargo perfume de la soledad.

Xie Lian soltó la cadena floral que aterrizó en el piso, y corrió para abrazar al adulto con sus pequeños brazos, llevándolo hacia su pecho. Sólo escuchaba el sonido de las lágrimas de su padre chocando en el suelo, produciendo sonidos agonizantes. Justo como su madre se los dijo, ahora serían sólo ellos los miembros de esa familia.

Nunca dejó de mirar hacia aquella puerta. Y tampoco dejó que su padre llorara solo.

¿De Quién Es El Destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora